contra el narcotráfico, despenalización de la hoja de coca

Mi?rcoles, 24 de junio de 2009

?Ollanta Humala en primera vuelta?

No se puede acusar a los humalistas de “incitar a los nativos” y a la vez decir que no ganaron con la derogación de los decretos de la selva. Claro que ganaron. La protesta fue social, pero cuando se pide la cabeza de García, surge inmediatamente la pregunta, ¿quien lo debe suceder? Rapidito nomás la cosa llega a la política.

En el congreso los humalistas (y de entre los humalistas los más indígenas como Supa, Sumiré, Huancahuari, Cajahuanca), junto con Alianza Parlamentaria de García Belaúnde y Lescano entre otros, fueron quienes estuvieron insistiendo una y otra vez con la derogación de los decretos. Esa minoría congresal resultó ser una mayoría en la selva, y posiblemente una mayoría nacional. Los medios dicen muchas cosas en contra de la representación humalista, pero escuché y vi buena parte del debate en la comisión de defensa, el martes 9 de junio, y no los vi nada mal.1 Claro, aquí depende de qué métrica se use. Pongámonos en la situación de un nativo que quiere que se deroguen los cuestionados decretos, y definitivamente no será Aurelio Pastor, Lourdes Alcorta o Carlos Raffo quienes reciban los mejores elogios. Serán los minoritarios congresistas humalistas, expulsados y todo. De hecho su expulsión por una supuesta toma del congreso sintoniza muy bien con la desobeciencia civil de los nativos en sus bloqueos de carreteras.

Por estos días no se han visto encuestas sobre la opinión de la población peruana sobre las demandas nativas, pero es claro que han gozado de una gran simpatía en la selva (con citadinos apoyándolos activamente) y en buena parte del Perú. Su ejemplo ha prendido y se ven réplicas en Andahuaylas y Canchis. ¿Son minorías movilizadas pero minorías al fin sin repercusión electoral o de poder? Difícil decirlo, pues se ha notado un gran apoyo. Lo que es claro es que el bloque en el poder ha quedado jibarizado por la protesta nativa. No es otra cosa que una minoría.

Al plantear la lucha política en términos prosistema-antisistema, en vez de alternancia, el gobierno dejó ver hasta dónde puede llegar. Preguntémonos: ¿cómo estaría ahora el Perú si Alan García no daba marcha atrás y derogaba los decretos? Con un paro generalizado a nivel nacional y una campaña internacional en contra que hubiera pasado por sanciones internacionales. Después de la matanza de Bagua venían otras matanzas: Yurimaguas, San Ramón, etc. (Y no nos descuidemos mucho, porque todavía hay situaciones complicadas en Andahuaylas y Canchis). Ni siquiera quienes se desmarcan de la beligerancia de las medidas contra el gobierno dejan de criticar la escalada represiva del gobierno: eliminación de la libertad de expresión, poder omnímodo de Alan García, prensa comprada, etc. Con esto el gobierno ha hecho potable el chavismo, al precisamente llevarnos por ese camino. Y lo peor es que en su política totalitaria no ha dejado opciones políticas prosistema alternativas, salvo, tal vez, Alejandro Toledo. Han sido tan totalitarios y han movilizado a tantos medios a su favor, que han producido el efecto perverso de debilitar la credibilidad de los comunicadores mediáticos reclutados en vez de fortalecer la credibilidad gubernamental.2

Claro, a la hora de las elecciones el juego es diferente. Queda atrás el apoyo a las protestas (tipo Toledo en la marcha de los cuatro suyos, García en la marcha de la CGTP, Ollanta Humala cosechando lo que hicieron otros miembros de su familia), y pasan a primer plano los pasos de baile, los trajes típicos, las canciones pegajosas. Los fujimoristas ya tienen todo un equipo de karaokeros listos a salir a conquistar el voto popular. Simon (quien se lanzó de candidato presidencial un mes antes de ser premier de García) y otros ministros “izquierdistas” no se ha subido al carro gubernamental para después no contar con el apoyo alanista. Si bien Lourdes Flores ha abandonado la carrera electoral subiéndose al barco alanista en hundimiento, tiene aún mucho margen de acción. El aparato cuenta. Sin embargo, estamos en una coyuntura muy diferente.

Por la movilización popular la situación es similar al fin del gobierno militar en 1980 o al fin del fujimorismo en 2000, pero por la necesidad de un viraje en el manejo económico es similar al fin del primer alanismo en 1990, sólo que con la dirección económica contraria, algo similar a la necesidad de reformas redistributivas a fines de los 1960s. Es un cambio que debería comenzar cuanto antes y no esperarse dos años de zozobra como se vivió hace veinte años en el primer alanismo, ver aquí.

La ciudadanía quiere cambios reales, no mecidas, no promesas incumplidas. Se pide una política en que se comparta más ampliamente el crecimiento económico, una actitud más democrática ante los reclamos de la población. En una palabra, inclusión económica, social y política. Los pueblos del Perú están listos. Falta nomás la clase política e intelectual.

Por Silvio Rendón

 


1. El grupo humalista recuerda mucho a la izquierda prebarrantista de la constituyente de 1979, que de ir unida a las elecciones de 1980 probablemente habría ganado. Dirigentes de organizaciones sociales de base, con un discurso de lucha sindical, pero que se nota que han tenido una rápida curva de aprendizaje en desenvolverse en instituciones oficiales. [
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2. Dos veces salieron los medios fuera del armario en estos últimos meses. La primera fue Perú 21 con la condena a Fujimori, y la segunda fue La República y César Hilderbrandt con la matanza de Bagua.

 

 Fuente: Gran Combo Club

 

 

 


Tags: humala, amazónicos, alan garcía, prensa

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