Lunes, 16 de febrero de 2009
Obama y las drogas: agenda de reconstrucci?n
La hist?rica victoria electoral de Barack Obama al convertirse en el presidente de la esperanza para los Estados Unidos tambi?n est? inevitablemente unida a m?ltiples desaf?os mundiales de dif?cil soluci?n.
La pol?tica exterior estuvo tan concentrada en la guerra contra el terrorismo y las campa?as militares en Irak y Afganist?n, que otras problem?ticas como la "guerra contra las drogas" y las relaciones diplom?ticas entre los Estados Unidos y Am?rica Latina han pasado a segundo plano. Sin embargo, ser?a realmente un desastre econ?mico y pol?tico si Obama no clarifica su agenda respecto a las drogas y el control del narcotr?fico.
La producci?n de hoja de coca y el negocio ilegal han dejado de ser un asunto ?nicamente para el ?rea andina donde destacan Bolivia, Per?, Ecuador y Colombia, pues la estructura de los negocios del narcotr?fico se ha extendido hacia Am?rica Central y espec?ficamente llega hasta M?xico, cuyas conexiones con el Tratado de Libre Comercio para Norteam?rica (NAFTA) han posibilitado expandir el tr?fico ilegal de drogas a escala global.
La violencia urbana entre los carteles mexicanos y entre ?stos y la polic?a ponen en el centro de las prioridades al Plan M?rida, de tal manera que la administraci?n Obama dio una se?al positiva al tomar contacto con M?xico inmediatamente despu?s de la posesi?n presidencial el 20 de enero de 2009. Obama sabe muy bien que la resoluci?n del narcotr?fico en M?xico es el primer paso para evitar una hecatombe con uno de los nudos m?s importantes de la econom?a del NAFTA.
En el periodo que va de 1996 a 2006, las relaciones comerciales entre Am?rica Latina y los Estados Unidos crecieron en 139%, comparado con un aumento de solamente 96% del intercambio econ?mico con Asia y 95% con la Uni?n Europea (UE). En el a?o 2006, los Estados Unidos exportaron un valor de 223 mil millones de d?lares en mercanc?as hacia Am?rica Latina a diferencia de una exportaci?n de s?lo 55 mil millones orientada hacia China, la econom?a emergente m?s importante del mundo. Asimismo, 30% de las importaciones de petr?leo que tiene Estados Unidos viene de Am?rica Latina en comparaci?n con s?lo un 20% del petr?leo proveniente del Medio Oriente. Latinoam?rica es una de las fuentes de petr?leo m?s importante para los Estados Unidos, as? como la producci?n de coca?na se ha incrementado en un 30% entre 1997 y 2007 con un mercado significativo en Norteam?rica.
A pesar de esta directa interconexi?n econ?mica entre Am?rica Latina y Estados Unidos, la agenda exterior se ha deteriorado y la guerra contra las drogas result? un fracaso debido a su enfoque estrictamente militar, muy alejado de otras alternativas como una cooperaci?n m?s agresiva para combatir la pobreza en el Hemisferio Norte y una apertura hacia la progresiva legalizaci?n de algunas drogas hasta romper los millonarios beneficios que proliferan gracias a la ilegalidad.
La agenda de Obama respecto a las drogas en Am?rica Latina deber?a reducir la participaci?n ampliada de las Fuerzas Armadas en la lucha anti-narc?ticos porque esta estrategia permite que se gesten movimientos sociales campesinos directamente ligados a la producci?n de coca, explotando protestas pol?ticas que reproducen un sentimiento antiamericano, desprestigi?ndose cualquier acercamiento diplom?tico. El Plan Colombia del periodo 2000-2008 para luchar contra el narcotr?fico tambi?n est? relacionado con el combate a la insurgencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pero, curiosamente, la insurgencia y la guerra contra las drogas son entendidas por varios sectores pobres como una oportunidad de resistencia pol?tica latinoamericana que reacciona negativamente en contra de los Estados Unidos.
Los sindicatos productores de coca se han fortalecido en Bolivia y Per?, generando movilizaciones para denunciar la militarizaci?n de los cocales y rechazando cualquier intento de erradicaci?n forzosa. Esta rebeld?a se identifica con los movimientos antiglobalizaci?n y en situaciones de inestabilidad pol?tica y debilidad institucional de la democracia, ha provocado la elecci?n de Evo Morales en Bolivia, un dirigente cocalero que busca destruir las relaciones de equilibrio con los Estados Unidos, promoviendo un discurso anti-imperialista junto con otros presidentes como Hugo Ch?vez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua.
Las pol?ticas de militarizaci?n de los Estados Unidos para destruir el narcotr?fico no pudieron identificar acciones alternativas para comprender pol?ticamente a los movimientos sociales cocaleros. Las propuestas del presidente electo Barack Obama son bastante difusas y corren el riesgo de tropezar con los mismos obst?culos del pasado: exceso de paternalismo en las pol?ticas de cooperaci?n para substituir la hoja de coca por otros productos agr?colas, cuando los precios internacionales de la coca y la coca?na son m?s atractivos y m?s altos en un mercado libre y altamente sofisticado como la econom?a de la coca?na manejada desde Colombia y M?xico con conexiones en Honduras, El Salvador y Estados Unidos para su expansi?n hacia Europa, gracias al incremento del tr?fico de opio en Afganist?n, Pakist?n, India y el caos en el Medio Oriente.
Frente a todo intento por erradicar la coca en Bolivia, Per? y Colombia, las organizaciones campesinas y no gubernamentales de protecci?n a los derechos humanos y desarrollo econ?mico han aprovechado h?bilmente las demandas sociales por infraestructura caminera, servicios de educaci?n y salud, benefici?ndose del dinero invertido por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID); sin embargo, los recursos de la cooperaci?n no han debilitado los movimientos antiglobalizaci?n ni tampoco la ideolog?a insurgente de la "nueva izquierda" que hostiliza las relaciones pol?ticas con los Estados Unidos.
La lucha contra el narcotr?fico que Obama debe proseguir, necesariamente tiene que contrarrestar las relaciones peligrosas entre los movimientos sociales anti-globalizaci?n relacionados con el narcotr?fico que sustentan las actividades de las FARC en Colombia, los cocaleros en Bolivia y Per?, impulsando tambi?n el nuevo activismo de la izquierda populista en Venezuela que manipula de manera instrumental al circuito coca-coca?na para radicalizar un discurso anti-imperialista que una vez m?s est? interpelando a los sectores pobres y a los j?venes populares fieles a un caudillismo que insufla un esp?ritu anti-estadounidense.
En el fondo, la lucha contra el narcotr?fico no se ha "latinoamericanizado" porque los movimientos sociales que simbolizan las luchas izquierdistas en Am?rica Latina est?n ligados a un "incentivo ilegal-delictivo de la coca?na" en el caso de las organizaciones cocaleras en Bolivia, Per? y Colombia que cohesionan una ideolog?a anti-estadounidense. La agenda exterior finalmente queda atrapada en una densa red de intereses burocr?ticos con cientos de organizaciones que afirman trabajar en beneficio del desarrollo con USAID y la Agencia de Interdicci?n al Narcotr?fico (Drug Enforcement Administration-DEA) pero que no pueden explicar por qu? el movimiento cocalero radical termin? fortalecido hasta tener un presidente como Evo Morales en Bolivia.
Los movimientos sociales cocaleros en Am?rica Latina no buscan su incorporaci?n al sistema pol?tico democr?tico, ni tampoco intentan luchar por su modernizaci?n, sino que act?an con indiferencia aprovechando al m?ximo la indecisi?n y los errores de las pol?ticas antidrogas para incrementar sus beneficios econ?micos. La conducta ambigua de los movimientos cocaleros y antiglobalizaci?n se robustece en la medida en que los Estados democr?ticos de Am?rica Latina se marchitan, dando lugar al nacimiento de varios "Estados semi-fallidos" como en Bolivia, Ecuador, Venezuela, Hait?, Nicaragua e inclusive M?xico debido a la incontrolable violencia urbana y corrupci?n policial en la regi?n de Sinaloa.
El presidente Barack Obama debe reconstruir las relaciones con Am?rica Latina y reinventar la lucha contra el narcotr?fico, reorientando tres problemas. Primero, reducir las amenazas de una mayor militarizaci?n con la consiguiente intervenci?n de organismos financieros internacionales para "erradicar la pobreza sin condiciones". Segundo, cambiar la impresi?n que Am?rica Latina tiene de un sentido de abandono por parte de los Estados Unidos, borrando definitivamente el prejuicio de Latinoam?rica como "patio trasero". Tercero, desenredar el sistema burocr?tico tejido por USAID, DEA y los gobiernos de Bolivia, Per?, Ecuador, Colombia y M?xico para promover una v?a pac?fica mediante la discusi?n meditada sobre la probable legalizaci?n de las drogas. Las redes burocr?ticas saben muy bien que es m?s f?cil concentrar la mayor cantidad de ayuda econ?mica gracias a la militarizaci?n y a un sobredimensionamiento de los objetivos de interdicci?n que opacan el desarrollo alternativo y una nueva agenda internacional entre Am?rica Latina y los Estados Unidos.
Escrito por Franco Gamboa Rocabado, soci?logo pol?tico, investigador de Yale World Fellows Program, [email protected]
Fuente: elmercuriodigital.es