contra el narcotráfico, despenalización de la hoja de coca

Viernes, 12 de diciembre de 2008

Garc?a desatado: C?sar Hildebrandt

El doctor Alan García le exige al Congreso menos Contraloría para poder gastar los diez mil millones de soles que le pidieron Vega Llona, la Confiep y la banda de Choclito.

Lo irónico es que la Contraloría de Genaro Matute no vigila con denuedo ni examina con rigor ni abre procesos ni se mete con nadie que esté vinculado al poder.

Allí está el caso de Verónica Zavala, que debería estar enjuiciada por haber puesto cinco millones de dólares de fondos públicos en el NBK Bank (cuando ya era notorio que el tal banquito quebraría), y que no lo está gracias a que Matute se ha guardado el informe acusatorio en alguna de sus cuantiosas secreteras.

¿Qué pez gordo está preso gracias a Matute? ¡Nadie!

Pero para García esa permisividad es insuficiente. García propone el desenfreno y se lo exige al Congreso.

Si se roba a manos llenas con las pocas trabas vigentes, ¿cómo se quiere robar ahora?

¿Cuántos departamentos en París le costará al Perú que el Congreso, obedeciendo la voz de orden del Presidente, cambie las leyes del control?

Ya la doctora Cabanillas, convertida en enfermera de urgencias, ha socorrido la demanda presidencial planteando que “de inmediato se cree una subcomisión que evalúe las trabas burocráticas”. Y cual Morticia, la mujer de Homero Adams, ha agregado sedantemente:

“Las normas de la Contraloría son muy dilatorias y engorrosas”.

El doctor García había dicho poco antes:

“La Contraloría tiene excesivas atribuciones...La crisis internacional nos exige acelerar las inversiones en infraestructura”.

O sea que la crisis, que no existía durante la Cumbre de la Apec, que nos coge “blindados” y que sólo asusta a los Obama pero no a los García, esa crisis que durará 18 meses apenas y de la que saldrá el capitalismo recargado del siglo XXI, esa crisis, decía, ahora resulta que “exige acelerar las inversiones en infraestructura”.

Es como decirnos:

-¡Arriba las manos!

Es más, este columnista encontraría hasta épico y divertido que el doctor García, nuestro excelentísimo señor Presidente, nos dijera “¡Arriba las manos!” en vez de hablarnos de la crisis en la que no cree y de la inversión pública que no lo ha desvelado y de la Contraloría que apenas se siente.

Luego de crearle la agenda al Congreso servil que se maneja, el doctor García tomó otra píldora (o dejó de tomarla) y se invistió de magistrado superior, de juez titular, de supremo pleno y, refiriéndose a Magaly Medina, decretó ante los micrófonos de CPN Radio:

“Creo que ya son suficientes los dos meses de reclusión. Vamos a analizar el caso con la ministra de Justicia”.

Así. Como lo leen.

La pobre ministra de Justicia, que ha hecho todo lo posible para merecer el indulto presidencial de cada día, tuvo que explicarle al doctor García que, sin estar condenada en firme, la señora Medina no puede ser tocada por ninguna gracia presidencial.

La abogada Tatiana Bardales también tuvo que salir a decir que el Presidente no tenía por qué meterse en un caso específico que está bajo la jurisdicción del poder judicial.

Dicen que el doctor García montó en cólera cuando le dijeron que no podía sacar de la cárcel a Magaly Medina. No había recordado esa vaina de la separación de poderes.

Se vengó a su manera, momentos después, en otra ceremonia pública, cuando predijo que las exportaciones peruanas “no bajarán 70% por la crisis”.

Claro que no bajarán 70%.

Pero es que nadie digno de tomarse en cuenta había mencionado ese 70% atribuible a Nostradamus.

Lo mismo hubiera podido decir:

-“¡No bajarán 90%!”

-“¡No bajarán 80!”

-“¡No bajarán 60%!”

-“¡No bajarán 50%!”

Y siempre habría acertado.

¿Por qué escogió 70%? Será por la heptalatría, tan presente en los 7 días de la semana, las 7 plagas de Egipto, los 7 pecados capitales.

Ni bien habló de aquel 70 por ciento, el doctor García tomó una píldora (o dejó de tomarla) y se puso en Bismarck, en Nelson, en Aníbal y en Napoleón, todos juntos en su sola y magnífica persona, y dio el parte de la noche:

-“Mi trabajo es mantener a las tropas en guardia y evitar que den la espalda y a eso me voy a seguir dedicando...”

Cuidado, irreverente lector: no saque conclusiones apresuradas. El doctor García no está loco. Actúa y habla como un loco, que es distinto.

Fuente: La Primera


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