Domingo, 21 de septiembre de 2008
Psicolog?a del Neoliberalismo - IV
Escrito por Mariano González
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Más particularmente, el ser humano actúa de acuerdo al cálculo que hace sobre los posibles beneficios a obtener o para evitar males. Calcula que es lo que le resulta mejor en términos de costo-beneficio. Es un sujeto que coloca sus preferencias de acuerdo a una tabla de beneficios o pérdidas y que actúa en consecuencia. El lugar privilegiado para este cálculo es la vida cotidiana que se realiza en el mercado y la actividad económica diaria, pero va más allá, y en toda la actividad humana se realiza este cálculo de beneficios y pérdidas. Esto significa que la vida humana está planeada enteramente tal como una empresa.
“El problema consiste en que, para progresar, el valor que la sociedad le asigna a las cosas que desea, tiene que ser mayor que el valor que le asigna a los recursos que emplea. Si no, estaría perdiendo la diferencia. Ello requiere —y todos lo hacemos a diario inconscientemente— comparar el valor, con base a los precios que le asignamos a los recursos que consumimos y lo que obtenemos. Ese es el famoso “cálculo económico” (Manuel Ayau, Prensa Libre, 12/01/06).
Al sujeto que calcula le corresponde un tipo particular de mundo. Es el mundo que es calculado, y que se representa como objeto de consumo o como parte del cálculo de ganancia, que despierta en el sujeto, tan solo el deseo de ser consumido. Es un mundo para consumidores o propietarios, que pueden aprovecharse de él. Todo se puede medir de acuerdo al criterio de uso y beneficio. Hay una abstracción de las características particulares de los objetos en función del único criterio que importa. En ese sentido, todo se vuelve cambiable por otra cosa. Las cosas son para consumir y desechar en forma cada vez más acelerada (8).
“¿En qué se parecen un lago de montaña y un terreno? En que ambos tienen el potencial de producir riqueza, siempre y cuando sea posible aprovecharlos. Con el agua del lago puede generarse algo tan valioso como la energía eléctrica (¡gracias, Maxwell!), y con el terreno puede facilitarse el acceso a financiamiento...Ocurre que un terreno, un edificio, o una máquina son bienes de capital y tienen sus funciones “físicas” naturales: en el terreno se puede construir una fábrica, en el edificio puede funcionar una oficina, y con la máquina pueden producirse mercaderías” (Alejandro Alle, Siglo XXI, 25/09/06).
La evaluación de toda actividad humana en función de pérdidas y ganancias, implica que se vuelve objeto de consumo. El ideal es que todo sea cuantificable, es decir, pasible de ser medido en función de pérdidas o ganancias. Y esto no es característico de las relaciones que se tienen con las cosas. También las personas o las ideas reciben un trato semejante por parte del sujeto que calcula. Todo es calculable. O mejor dicho, todo está puesto en función del cálculo del propio beneficio (9).
“Se podría decir que la familia unida genera “externalidades positivas”—los actos de sus miembros benefician a otros miembros de la sociedad. En contraposición, las familias que se han denominado “disfuncionales” generan externalidades negativas” (Carrol Ríos, Siglo XXI, 25/08/06).
Contradictoriamente, para esta psicología un atributo importante de la acción es la capacidad del ser humano de captar objetivamente la realidad. Objetividad significa que la razón pura gobierna y que las pasiones son un estorbo para el razocinio (lo cual es típicamente moderno). La realidad está allí enfrente del ser humano y su constitución psicológica particular le permite “aprehenderla” tal cual, sin ninguna mediación. La objetividad no sirve solo para hacer análisis de la realidad, sino resulta necesaria para actuar eficazmente en el mercado, de allí la importancia de atribuirla como capacidad humana resuelta.
Se demanda saber orientarse por los signos que emite diariamente el mercado, con lo que queda garantizado el beneficio y el éxito en la actividad económica.
“Cuando un empresario, o sin ir más lejos, cuando una persona común y corriente se percata de que algo anda mal con las estrategias que implementa para mejorar sus ventas o su negocio, hace una revisión de lo que está haciendo y da marcha atrás o cambia de estrategia” (Jorge Jacobs, Prensa Libre)
Es obvio que lo que aquí se está postulando es un valor. Y un valor bastante discutible, en la medida que la objetividad como ha sido tradicionalmente entendida, es decir, como correspondencia entre el pensamiento y el objeto de pensamiento, ha sido puesto en tela de juicio ya desde Kant, por ejemplo. No obstante, hay una celebración de la objetividad en el pensamiento neoliberal. Celebración que puede estar ligada al dogmatismo que se hace presente en esta tendencia y que necesita considerar su perspectiva como científica. Las afirmaciones centrales en torno a la defensa del mercado, del estado de derecho y las críticas contra el estado benefactor y los movimientos sociales y populares, es decir, todo lo que introduce “distorsiones al mercado”, están fuera de toda duda. Es necesario garantizar la objetividad del ser humano, en la medida que esto garantiza la objetividad de sus juicios.
Además de estas características propias de la naturaleza humana, existen algunas características que pueden ser muy valiosas.
Uno de estas características propuestas es la de la capacidad de emprendimiento. Es central en la medida que representa un ideal de existencia, un deber ser que produce los mejores resultados en cualquier situación. Pareciera ser una característica natural de los empresarios que a través de sus sufridos y abnegados esfuerzos posibilitan, sin proponérselo siquiera, el beneficio para la comunidad, para todos. Este grupo de personas se convierte en el ideal a alcanzar, resulta admirable y “emocionante” contemplar su actividad dirigida a la creación de bienestar que se extiende más allá de su propio interés.
“...empresarios que arriesgan su patrimonio y diariamente se esfuerzan desde la madrugada para coordinar el trabajo de sus empleados y para conseguir materias primas de cualquier parte del mundo, las que luego convierten en otras cosas o servicios, para que usted y yo tengamos más opciones... Por todo ello, es admirable y emocionante observar a todos los que hacen, esmerados en economizar recursos y tiempo para que todo nos salga, a usted y a mi, mejor y más barato, aunque no nos conozcamos ni les importe nuestra suerte. Lo hacen con el incentivo más poderosos que hay: su propio interés…” (Manuel Ayau, Prensa Libre, 07/05/06).
La traducción psicológica de este “emprendimiento” sería la categoría de actividad. Los empresarios son activos (o proactivos como se gusta decir ahora). Esta actividad parte de la racionalidad, la objetividad y la capacidad de controlar sus deseos en función de la actividad económica (10).
Si no se puede ser “emprendedor” (buen empresario), existe la posibilidad y el deber de ser buenos trabajadores. Siempre hay que contar con el optimismo, pero también se necesita ser “laborioso”, “paciente” (virtudes que son ideales para trabajadores de maquila que reciben salarios miserables y no obstante, se deben conformar con eso).
“Se definió el perfil idóneo al que debemos aspirar. Guatemala necesita ciudadanos laboriosos, sinceros, pacientes, solidarios y magnánimos, entre otras importantísimas cualidades a las que debemos aspirar.” (Verónica Spross de Rivera, Siglo XXI, 01/02/06).
Además de individuos disciplinados, se deben formar también trabajadores mansos y obedientes, que no realicen formulaciones críticas sobre sus condiciones de trabajo. Dentro de esta perspectiva aparece claramente la tendencia a denunciar la crítica realizada desde la izquierda y de ciertos sectores sociales, reduciéndola a pesimismo. También es común suponer que los que participan en movimientos sociales y populares, o los que observan las negatividades del mercado y de otros campos de defensa del neoliberalismo son individuos con un trasfondo peligroso, patológico, de origen oscuro y resentido. En suma, se considera que existen algunas actitudes negativas que “no contribuyen” al desarrollo. Se caracteriza a las personas como críticas, negativas, pesimistas, “alegonas”, etc.
“Por un lado están los que critican a los que hacen. Ellos dicen preocuparse por usted y no por su propio interés; quieren cuidar la salud de usted, de la educación de sus hijos, de sus problemas. Ellos no hacen nada, no producen, no venden, no educan, no nos prestan servicios útiles, pero critican y nos dicen cómo hacer” (Manuel Ayau, Prensa Libre, 07/5/06).
Lo deseable es el “optimismo”. Tal característica se convierte en una prescripción para la acción que con ello asegura resultados positivos y de cambio efectivo en la situación personal. De acuerdo a esta tendencia, lo que importa es la actitud que se muestre frente a la realidad y los problemas. Una actitud optimista, “llena de energía” es lo que se necesita para que se produzcan cambios a nivel individual, grupal y nacional incluso.
Y sin embargo, la actitud es lo único que puede hacer la diferencia en nuestras vidas…Porque la actitud es un sentimiento interno expresado externamente en forma inconsciente a través del comportamiento. Si sentimos que los guatemaltecos somos mediocres, actuaremos como tales. Si sentimos que los guatemaltecos somos negativos y pesimistas, nos comportaremos así. No importa que esa no sea nuestra intención, inconscientemente lo haremos. Dicho de otra forma, la actitud determina nuestras acciones, colorea todos los aspectos de nuestra vida. (Margarita Mendoza, Siglo XXI, 29/08/06).
En el fondo es otra expresión de que la voluntad puede arreglar el mundo, pero ahora con la intención de vender un proyecto.
Aquí la idea es que con optimismo y energía se pueden lograr los cambios que se desean para la propia vida y para el país. Si cada quien cambia y percibe de forma distinta la realidad, esa realidad devendrá la que se desea y no hay que preocuparse de otras condiciones que no sean las individuales.
Reducir de manera tan drástica la realidad hace perder de vista las complejidades y la acción humana que está referida a otros y al contexto, que es mucho más que ideas o actitudes cambiables a voluntad. No obstante, se constituye como un referente para la acción y se transforma en consiga para quienes participan en este movimiento directamente y para algunos que resultan atraídos a esta promesa de cambio. Además, permite condenar a quienes no se han “contagiado” de estas ideas por su pesimismo y a olvidar la trama de relaciones que constituyen la existencia de personas y colectivos.
Fuente: Liber-accion