S?bado, 20 de septiembre de 2008
Psicolog?a del Neoliberalismo - II
Escrito por Mariano González
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La cultura, entre otras cosas, es apenas un sistema de premios y castigos. Aparece como algo externo a la acción y no como elemento constitutivo de la misma, puesto que no se considera que a través de las mediaciones de significados orienta, prescribe, da forma al accionar humano, sino lo premia o lo castiga a la manera del conductismo (3) más crudo. La posible influencia de la cultura se reduce a un sistema de incentivos virtuosos o perversos. Los incentivos virtuosos son aquellos que respaldan la lógica del mercado. Los incentivos perversos son aquellos que implican la participación del estado benefactor o cualquier otro tipo de “colectivismo”.
“La cultura es una especie de taquigrafía que facilita la toma de decisiones y la interacción, además de fundamentar las instituciones...La cultura, dice Sowell, brinda un patrón a la convivencia porque recompensa y penaliza algunos comportamientos” (Carroll Ríos, Siglo XXI, 26/01/06).
El neoliberalismo sostiene una reducida visión individualista que desatiende totalmente las relaciones sociales como constitutivas de la acción humana. Las tramas sociales desde donde se constituye la acción son invisibilizadas y dejadas a un lado, lo que implica eliminar todos los elementos estructurales de la acción, como el poder por ejemplo. Esto significa que las motivaciones, los deseos, la razón, las inhibiciones, cualquier elemento de la subjetividad se produce autónomamente desde el individuo. Su acción tiene como referente a sí mismo y las posibilidades de leer las señales que el mercado le envíe. Pensar así implica entre otras cosas, la absoluta responsabilidad por la conducción de la existencia. No importan las condiciones de vida existentes que permiten o niegan el desarrollo humano. La responsabilidad sobre el propio destino es absoluta, lo cual permite derivar dos conclusiones importantes para la consideración neoliberal: a) la condena de los individuos que no son exitosos o eficientes y, b) la invisibilización de la condiciones de existencia en las que se desarrollan y que es crucial para entender los “éxitos” o “fracasos”, es decir, los modos de dominación existentes en la situación real y las condiciones concretas de existencia.
Este enfoque individualista de la acción humana tiene como correlato la idea de que no existen los colectivos, sino únicamente individuos que podrían coordinar sus acciones. Los colectivos, las instituciones y otros fenómenos se reducen únicamente a la suma de individualidades y son vistos desde la suma de acciones de individuos monádicos.
“El progreso del país depende de nosotros, los ciudadanos. De las decisiones, actitud y acciones que cada uno, en lo individual, decida asumir y emprender...En conclusión: somos los guatemaltecos quienes debemos cambiar de actitud, dejar de esperar con los brazos cruzados cada cuatro años a elegir al “menos peor”, con la esperanza de que una renovación en las instituciones nos sacará de la pobreza” (Margarita Mendoza, Siglo XXI; 04/07/2006).
Las colectividades son abstracciones sin existencia real y el individuo es lo único que existe (4). Esta miopía se alimenta del individualismo metodológico que también es funcional a la concepción neoliberal. De paso, se eliminan consideraciones sobre estructuras que existen independientemente de la voluntad individual. Se niegan y se dejan de percibir fenómenos estructurales. En el fondo, es una teoría actancial bastante rudimentaria que se hace eco de todas las publicaciones respecto a una “psicología motivacional” que pierde de vista las tramas sociales desde las que se desarrollan las personas y que son las que le permiten diferenciarse.
El sujeto propuesto por el neoliberalismo es un sujeto abstracto, sin cuerpo. Se habla de seres humanos que funcionan y operan a través del calculo de medio-fin. No de seres humanos que participan en contextos donde se producen y operan desigualdades, y en el que las personas mueren por las condiciones estructurales de pobreza y discriminación. Al hablar de la actividad del sujeto se habla de gustos o preferencias y no de necesidades, porque las necesidades aluden a cuestiones que van más allá de un asunto subjetivo (en un sentido restringido, opuesto a objetivo) y que remiten a la corporalidad humana, viviente y necesitada. Las personas primariamente necesitan qué comer y no solo manifiestan preferencias o gustos por determinado tipo de comida. Pero las necesidades son un tema incómodo porque remiten a la existencia concreta y a asuntos de vida o muerte, y no de gusto subjetivo. La abstracción que se hace del ser humano es una forma de prescindir y negar su corporalidad necesitada.
Pero hay otra característica importante del sujeto para la psicología neoliberal. El sujeto es trascendencia que se relaciona de forma soberana con el mundo. Accede a la realidad a través de recursos internos y que se generan desde el propio sujeto. Su conciencia se presenta como la única garantía de la bondad de la acción. ¿Qué resulta? Un sujeto no solo egoísta (cuestión que se abordará posteriormente), sino más allá de esto, solipsista (5). Sin mayores vínculos ni comunicaciones significativas y recíprocas con el mundo. Un ser que nace de sí mismo, sin referencia a los otros y que puede utilizar su voluntad para transformar el mundo. De hecho, lo único que importa es precisamente su voluntad, sus intenciones, sus apetencias. La realidad resulta un apéndice del sujeto, modificable de acuerdo a sus requerimientos.
“El racismo únicamente existe en la mente del acomplejado. Conozco a muchas personas a quienes poco les importa que se refieran a ellos como “negros” o “indios”; en especial cuando se les trata de insultar. La razón es muy sencilla. Las personas seguras de su identidad no se dejan ofender por ese tipo de calificativos. Al acomplejado, por otra parte, no se le puede tocar con el pétalo de una rosa porque encontrará un motivo para ofenderse o para ofender. Es muy difícil eliminar el racismo porque siempre habrá acomplejados en ambos lados” (José González Merlo, Prensa Libre; 11/04/2006).
Hay una inversión de términos de la situación existencial humana. En lugar de comprender que es el mundo y los otros que le antecedieron, se coloca en primer lugar a un sujeto trascendente. Y no solo ontológicamente sino también éticamente. Primero es el sujeto, luego el mundo y los otros.
Además, la consideración de una conciencia soberana como la que se propone, contradice directamente la idea de que el sujeto humano es profundamente social y las consecuencias que se derivan. La sociedad es constituyente de la subjetividad.
A través de las relaciones con los otros y las mediaciones existentes que esos otros “portan” de las instituciones, se va formando el sujeto. La misma posibilidad de ser humano se encuentra en el otro. El otro es siempre anterior al yo. No obstante, para el neoliberalismo, lo verdaderamente importante es una “parte” de la mente, la conciencia o el espíritu que permanece inmune a la influencia social y que permite actuar y juzgar sobre la realidad (la posibilidad de calcular). Aquí se encuentran incluso, los recursos al cambio y las transformaciones. La realidad es apenas un objeto a manipular a través del pensamiento.“Más aún, a pesar de los grandes adelantos en los últimos dos siglos, los conflictos recurrentes a todo nivel, desde la familia hasta las naciones, nos reafirman en la creencia que, para resolver los verdaderos problemas del hombre, hay que buscar adentro y no afuera” (Jorge Jacobs, Prensa Libre, 13/04/06).
¿Qué significa esto? Que la crisis del medio ambiente, las guerras, la violencia, el narcotráfico, la pobreza, las hambrunas, la discriminación, la explotación, el racismo son problemas secundarios y no “verdaderamente” importantes, o que se solucionaran a través de “buscar dentro” y no en la realidad. El hecho de que los conflictos familiares y nacionales “reafirmen” la creencia de que la solución a los mismos es interior también implica que no hay voluntad para salir de una perspectiva que asume tener las respuestas ya dadas a los problemas y de un aislamiento francamente autista.
Fuente: Liber-accion