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S?bado, 20 de septiembre de 2008

Psicolog?a del Neoliberalismo - I

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Este artículo es una elaboración breve de la segunda parte del trabajo “Crítica del neoliberalismo a partir de una propuesta política de salud mental” que se desarrolló en el Seminario de Investigadores y Formadores –SIF- 2006 en el Departamento Ecuménico de Investigaciones, San José, Costa Rica.

Escrito por Mariano González, psicólogo, de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Guatemala, enero 2008

Introducción

El neoliberalismo es parte de la sensibilidad cultural actual. Más allá de ser una teoría que se estudie en la academia, influye perceptiblemente en la discusión pública. Sus ideas circulan en gobiernos, universidades, centros académicos y de investigación, medios de comunicación y en el sentido común de muchas personas que la consideran como fuente de verdades y normas.  Aunque ya se han realizado diversas críticas a esta corriente, puede ser útil la perspectiva de la psicología para comprender las explicaciones sobre la acción humana que proporciona el neoliberalismo. No obstante y previo a desarrollar este objetivo, se debe indicar sintéticamente qué es y qué importancia puede tener como referente ideológico de la acción. 
De acuerdo a Enrique Ghersi, el término neoliberalismo lo inventaron y empezaron a utilizar los mismos a quienes se les atribuye el origen de dicha teoría. Gente entre la que se encontraban, por ejemplo, Friedrich Hayek y Ludwig von Mises. Ghersi plantea que “el “neoliberalismo” se estableció como la palabra clisé que habría de describirnos en función a cuatro principios fundamentales. A saber, el mecanismo de precios libres, el estado de derecho como tarea principal del gobierno, el reconocimiento de que a ese objetivo el gobierno puede sumar otros y la condición de que cualquiera de estas nuevas tareas que el gobierno pueda sumar debe basarse en un proceso de decisión transparente y consentido” (1).
En pocas palabras, su tesis principal es que el mercado constituye la mejor forma de asignar recursos y satisfacer necesidades, y por lo tanto, la mejor vía para lograr el desarrollo. A esta idea rectora corresponde la necesidad de la construcción de un “estado de derecho” que no intervenga en la economía, así como eliminar cualquier otro tipo de “distorsiones” que puedan aparecer en el funcionamiento “natural y espontáneo” del mercado (como la acción de los sindicatos, los movimientos sociales y populares y las izquierdas). En la práctica ha significado el apoyo al proceso de acumulación mundial del capital, la aplicación de los llamados programas de ajuste estructural, las políticas de desregulación y flexibilización del trabajo, etc. Promueve la idea, convertida en verdad incuestionable, de que no existe alternativa a la economía de mercado capitalista.
Pero el neoliberalismo no es solo una teoría sino también un proyecto económico que tiene como referente utópico la instauración del mercado total, lo que significa la total libertad del capital sin importar los daños que se produzcan en las relaciones sociales y en la naturaleza, contribuyendo a la destrucción de las posibilidades mismas de sobrevivencia de los seres humanos (ver Hinkelammert, F. 2005). Además, en el neoliberalismo también se encuentra una determinada imagen del hombre y de la sociedad.

El neoliberalismo como referente ideológico de la acción

El neoliberalismo es una propuesta. No solo describe el funcionamiento económico, sino que propone un tipo particular de sociedad y de hombre. En particular, propone una visión del ser humano y de su acción que respalda su proyecto económico.
En tanto que discurso, sirve como referente ideológico para la comprensión del mundo, de las relaciones sociales y como fuente de criterios de valoración moral. Pensando el objeto de estudio de la psicología social como “la acción en cuanto ideológica” (ver Martín-Baro, I. 2004) se puede comprender que la acción humana está referida a diversos elementos de la realidad y que también, el neoliberalismo como visión del hombre y su acción (de una antropología y una psicología neoliberales), puede constituirse como uno de los elementos que orientan la acción humana y que presentan una forma de verse y valorarse. En otras palabras, de producir efectos reales sobre la acción de las personas en la medida que se propone como una descripción, explicación y normativa del comportamiento humano.  Tal como se desprende de la idea de la “acción en cuanto ideológica”, el neoliberalismo “orienta” a la gente. Está en sus actitudes, en la forma de concebirse a sí mismos, de concebir a los otros, de explicarse y  narrarse. Forma parte de las representaciones sociales que alimentan y nutren la acción. Crea una forma de sensibilidad que incluye maneras de comprenderse y relacionarse consigo mismo, con los otros y con el mundo(2).
Hay que aclarar que la imagen del hombre que propone, no se encuentra única y exclusivamente en esta corriente de pensamiento, porque también forma parte de la  cultura moderna. Como se verá en los resultados obtenidos del análisis, comparte algunas ideas sobre la acción humana que pueden encontrarse en toda una serie de expresiones de la sensibilidad moderna (incluyendo la propia psicología).
Esto encuentra explicación en tanto que el sistema capitalista no solo produce cosas, produce también personas (obreros, profesionales, comerciantes, etc.) que necesitan de cierta configuración, de cierto disciplinamiento para producir esas cosas y producirse a sí mismos como miembros de un sistema social. El capitalismo y las diversas lógicas de dominación que existen dentro de esta formación social, crean determinado tipo de personas, de subjetividades funcionales para el sistema y discursos que lo legitiman y lo convierten en modelo a seguir. Es obvio que no todos los elementos están presentes en todas las personas, grupos y colectivos que existen bajo el capitalismo (ningún sistema es monolítico ni deja de presentar contradicciones a lo interno). Pero pueden mostrar tendencias importantes en la configuración de subjetividades deseadas y logradas por el sistema. Estas tendencias son tratadas por el discurso neoliberal como algo universal y natural de la acción humana, sin considerar que los orígenes y manifestaciones dependen de condiciones sociales particulares.
El discurso neoliberal propone una explicación de la acción humana que se constituye como un conjunto de principios y contenidos relacionados, coherentes con el sistema capitalista actual. Y si bien no existe como una formulación totalmente explícita y plenamente desarrollada de esta explicación, es posible encontrar afirmaciones reiterativas y consistentes sobre la acción humana. Es en este sentido que es posible hablar de una psicología neoliberal como una forma de explicación del ser humano que opera para dar legitimidad al proyecto económico y político del neoliberalismo.
Para la construcción de este objeto de estudio, el referente empírico se obtuvo en la revisión de un total de 350 columnas de opinión en tres de los periódicos más importantes de Guatemala. Especialmente, se hizo una revisión sistemática de las columnas de Prensa Libre publicadas del primero de enero al treinta de septiembre del 2006 y de las columnas de Siglo Veintiuno publicadas del cinco de mayo al treinta de septiembre del 2006, con los columnistas que simpatizan, apoyan, promueven el proyecto neoliberal. Para una buena parte de la revisión se utilizó como fuente las versiones electrónicas de cada uno de los periódicos mencionados. A partir de la lectura de las columnas, se realizó una clasificación temática y posteriormente una revisión de todos aquellos aspectos que fueran parte de una psico-lógica neoliberal.

La psicología neoliberal

El neoliberalismo contiene la pretensión de una explicación universal  del comportamiento humano basada en una naturaleza esencial humana que es siempre la misma. Esta pretensión de una naturaleza humana constante, invariable, permite un respaldo hacia el proyecto económico que formula el neoliberalismo en tanto que la acción humana se corresponde naturalmente con el mercado. Para ello, se presenta al ser humano como alguien que no cambia en el tiempo y que no puede ser modificado. Se hace abstracción de la continua e intrínseca referencia de la acción humana a los otros y a una estructura e instituciones correspondientes que se van modificando a lo largo del tiempo.

“...si bien los fenómenos económicos fueron explicados en tiempos relativamente recientes, ya desde la prehistoria el         hombre se ha comportado de la misma forma: tratando de maximizar la satisfacción de sus necesidades con la cantidad     limitada de recursos disponibles” (Alejandro Alle, Siglo XXI; 18/01/2006).

Si la acción remite a una naturaleza humana dada y fija, se entiende que los cambios históricos que incluyen modificaciones en las formas que se organiza la sociedad, la producción y reproducción material de la vida, así como los cambios culturales, de pensamiento, de sensibilidad, etc., son simples accidentes que no cuentan en la constitución de la acción humana.

“Yo estoy convencido de que sí son compatibles la vida moderna y el mensaje ancestral del evangelio. Lo único que ha     cambiado de hace dos mil años para acá, es la tecnología. Las personas seguimos siendo las mismas, con las mismas         pasiones, los mismos deseos, los mismos sueños, los mismos temores” (Jorge Jacobs, Prensa Libre, 13/04/06).
Lo mismo que pasa con la historia pasa con los contextos particulares. Como no son constitutivos de la acción, pueden ser considerados como más o menos equivalentes. La acción humana, que es universal, solo realiza acomodos menores a las diversas condiciones existentes.

Fuente: Liber-accion


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