?Se habl? de la "preocupaci?n de la ONU ante el aumento del 27% en la superficie cultivada de coca respecto del a?o anterior" en el citado pa?s, pero de colombiana no hubieran hecho nada, podríamos hablar de un “estado forajido” que promueve y protege el cultivo de coca y la producción de cocaína (en Colombia no se utiliza la hoja de coca con fines rituales, así que la producción de cocaína es el único destino de ésta).
Pero s? han hecho muchas cosas que parecen haber empeorado la situaci?n.
En el a?o 1999, en virtud de un acuerdo entre los presidentes colombiano y estadounidense, Andr?s Pastrana y Bill Clinton respectivamente, se dio inicio al Plan Colombia. En virtud de este Plan se han inyectado en el pa?s neogranadino 5 mil 600 millones de d?lares.
Si ponemos 5 mil 600 millones de d?lares, en billetes de un d?lar uno junto al otro, llenaremos 7 mil 154 canchas de f?tbol, cada una de ellas tapizada con 782 mil 734 billetes de la divisa americana.
Pero el Plan Colombia no ha sido solamente dinero, sino fundamentalmente asistencia militar, y la aplicaci?n de una estrategia de basada en la erradicaci?n forzosa de cultivos (que como hemos visto, no ha dado grandes resultados), en la guerra sin cuartel contra la disidencia de cualquier tipo, y en la apertura de mercados como forma de lograr una supuesta dinamizaci?n de la econom?a colombiana que promueva v?as legales de obtenci?n de lucro.
Los miles de asesores norteamericanos que se han trasladado a ese pa?s, as? como la cantidad de armamento que se le ha entregado a las Fuerzas Militares de Colombia, hace dudar de las verdaderas intenciones de este plan, y si efectivamente su real objetivo no es la aniquilaci?n de los sectores guerrilleros que desde hace m?s de sesenta a?os hacen frente a gobiernos que consideran ileg?timos por su car?cter olig?rquico, represivo, y aliado al imperialismo norteamericano.
Un costo no previsto
Otro resultado de la aplicaci?n del Plan Colombia, -su sola menci?n genera mucho desagrado en el gobierno de ese pa?s, que se niega a reconocer el problema- es la cifra de desplazados internos que ha generado el conflicto interno exacerbado por la aplicaci?n de este Plan.
La delegaci?n colombiana del Comit? Internacional de la Cruz Roja (CICR) inici? en 1997 su programa de Asistencia Humanitaria de Emergencia, que fundamentalmente se dedica a atender a los desplazados por el conflicto interno. Desde esta fecha, y hasta diciembre de 2007, ha atendido a un mill?n 24 mil 940 personas (200 mil familias, equivalentes a 10 m?ticos estadios Maracan? con sus tribunas llenas), el 53% de las cuales son menores de edad.
No cuenta la Cruz Roja los millones de desplazados que han emigrado fundamentalmente a Venezuela y Ecuador, ni las personas que no solicitan la asistencia de ese organismo humanitario.
Tampoco se cuentan las miles y miles de hect?reas que por la v?a del desplazamiento de sus ocupantes pasan a los grandes hacendados, a manos de jefes paramilitares, o directamente al cultivo de hoja de coca y -por ende- a la producci?n de coca?na.
Qui?n planta
Seg?n el informe de la UNODC, 80 mil hogares est?n vinculados a la producci?n de hoja de coca, alrededor de 400 mil personas, o cuatro estadios Maracan? llenos, que perciben algo menos de mil d?lares por mes (US$ 11 mil 675 anuales) por dedicarse a la peligrosa actividad.
Una de estas familias, despu?s de negarse a continuar plantando hoja de coca, fue amenazada por el grupo ?guilas Negras (uno de los continuadores de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia) y se vio obligada a desplazarse y convertirse en inmigrantes ilegales en Venezuela.
El jefe de familia declaró “salimos normal con los "pelados" (niños) en la mañana como si fuéramos para el pueblo, y nos fuimos nomás, con lo puesto”.
El riesgo por negarse a cumplir las órdenes de grupos como las Águilas Negras es demasiado grande, tanto que justifica abandonar a todo y a todos: “ellos no tienen remordimiento en matar a quien sea, y además igual nos iban a quitar la tierra”.
La “narco-guerrilla”
Con este nombre, los gobiernos colombiano y norteamericano se refieren a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y al Ej?rcito de Liberaci?n Nacional (ELN), responsabilizando a estas organizaciones de proteger a los cultivadores, a los productores y a los traficantes, as? como de subsistir gracias a este negocio ilegal.
Al mismo tiempo, el gobierno colombiano dice que las Farc est?n completamente desarticuladas, que no controlan territorio, que sus combatientes pasan hambre por falta de suministros, y que -en este momento- no poseen m?s de 6 mil combatientes cuya principal preocupaci?n es huir de las fuerzas militares regulares que les pisan los talones a lo largo y ancho del territorio nacional.
Parece poco probable que esos 6 mil hombres y mujeres en tan precarias condiciones (de tomar como ciertas las afirmaciones del gobierno uribista) controlen un territorio equivalente a 378 mil 879 campos de f?tbol y a una poblaci?n correspondiente a cuatro estadios Maracan? llenos.
Pero adem?s, movilizar las 600 toneladas anuales de coca?na que se producen en ese pa?s, no parece una operaci?n f?cil para estos hombres que se encontrar?an corriendo por sus vidas. Cabe entonces la pregunta de qui?n tiene la capacidad para controlar esos gigantescos movimientos de droga, las m?s gigantescas extensiones de tierra necesarias, y la multitudinaria cantidad de gente para producirla: las alica?das Farc, el ej?rcito colombiano y sus asesores norteamericanos, o los paramilitares (tolerados por los militares y apoyados por los hacendados).
Un negocio formidable
Seg?n el informe presentado a la prensa el 18 de junio, los campesinos colombianos reciben US$ mil 50 por cada kilogramo de hoja de coca cosechados; sin embargo, la pasta base ya alcanza un costo de US$ mil 339; el kilogramo de base de coca?na tiene un valor de US$ mil 764; y la coca?na ya terminada vale alrededor de US$ 2 mil 198 por kilogramo.
Ahora bien, cuando esta coca?na llega a territorio norteamericano -Estados Unidos es el primer consumidor del planeta- ha subido a US$ 21 mil por kilogramo. Lo que resulta incre?ble es que en las calles, ese mismo kilogramo alcanza un precio que se puede estimar en 102 mil d?lares.
Poner ese kilo de coca?na en Europa es mucho m?s caro (alrededor de US$ 46 mil) y se obtiene mucho menos ganancia (el precio en la calle es de s?lo US$ 85 mil por kilogramo).
Obviamente, el negocio de la coca?na no est? en las selvas de la Orinoquia colombiana, sino en las calles de Nueva York, Washington (donde se asientan los poderes ejecutivo, legislativo y judicial estadounidenses), San Francisco y Miami. Estas cuatro ciudades se encuentran dentro de las veinte ciudades con m?s consumo de coca?na en el mundo, aunque Nueva York se destaca lejos de sus seguidoras con un consumo de 134 l?neas de coca?na por cada mil habitantes cada d?a.
Se pagan y se dan el vuelto
Seg?n el Drug World Report 2007, publicado por la misma UNODC, Estados Unidos (que tiene s?lo un 4.5% de la poblaci?n mundial) posee el 45% de todos los consumidores de coca?na del mundo, lo que nos permite asumir con bastante certeza que consume el 45% de toda la producci?n del alcaloide (270 toneladas de coca?na el a?o pasado habr?an ingresado a Estados Unidos).
A pesar de todo el discurso en torno a “la guerra contra las drogas”, el consumo no disminuye significativamente. Y parece difícil que algún gobierno norteamericano haga esfuerzos por disminuir la gigantesca inyección de capitales que produce en la economía de ese país el tráfico de drogas.
Si cada kilo en la calle vale 102 mil d?lares, cada tonelada cuesta 102 millones de d?lares, por lo que 270 toneladas generan 27 mil 540 millones de d?lares (US$ 27.540.000.000), casi cinco veces m?s dinero el ?ltimo a?o que lo invertido durante la d?cada completa de aplicaci?n del Plan Colombia. ?Quiere sacar la cuenta en canchas de f?tbol?
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