Jueves, 22 de noviembre de 2007
Las palabras, los perros y la ideolog?a minera del hortelano
Y el art?culo de Alan Garc?a, uno de los presidentes m?s vendidos que ha tenido este pa?s, sigue trayendo cola...
A las tres semanas del art?culo m?s pol?mico de este a?o, siendo sus l?neas las m?s comentadas por profesionales (desde periodistas hasta ec?logos, pasando por soci?logos, sic?logos y pol?ticos) y organizaciones sociales, que a todas luces ha elevado el nivel del debate pol?tico, cabe analizar algunos ?ltimos flancos pendientes del mismo, poco o nada revisados. Veremos el marco conceptual b?sico del art?culo presidencial, para examinar luego el meollo canino y el tema minero, seg?n lo enfoca AGP desde lo social.
?S?ndrome, ley o ideolog?a?
Si bien AGP usa la palabra s?ndrome en el t?tulo de su texto, a lo largo del mismo tambi?n usa indistintamente los conceptos de ley e ideolog?a para referirse al mismo problema que ?l tanto critica. ?Es v?lido eso? Para responder esto, no queda m?s remedio que revisar las definiciones de dichos conceptos.
S?ndrome es un t?rmino m?dico, referido al conjunto de s?ntomas de un determinado cuadro cl?nico, sea f?sico (s?ndrome de intestino irritable, o colon irritable), mental (s?ndrome de Estocolmo, el que padecen los secuestrados al trabar v?nculos afectivos con sus secuestradores) o mixto (s?ndrome de Down, mal llamado mongolismo). ?Debemos entender entonces que somos un pa?s enfermo, con una serie de s?ntomas espec?ficos que, b?sicamente, impiden nuestro ansiado como postergado desarrollo? Alan Garc?a estar?a yendo as? m?s lejos que su maestro Luis Alberto S?nchez, que a lo mucho s?lo lleg? a calificar al Per? de pa?s adolescente en las varias ediciones de su libro cl?sico as? titulado. Por su parte, ley es un t?rmino legal y cient?fico, que Garc?a usa en el segundo sentido, que se entiende como una proposici?n generalizadora de los cient?ficos, b?sicamente de las ciencias "exactas" (f?sica, qu?mica, astronom?a, etc), despu?s de un largo proceso de investigaci?n emp?rica y contrastaci?n de hip?tesis y teor?as nuevas. Por lo pronto, aqu? Garc?a impl?citamente plantea una revoluci?n epistemol?gica al sugerir que en el an?lisis social se puede hablar de leyes sociales, como esta ley canina que ?l enuncia. Finalmente, ideolog?a, seg?n el fil?sofo peruano Francisco Mir? Quesada Cantuarias, es un discurso dise?ado para justificar racionalmente una pr?ctica pol?tica determinada. Este podr?a ser el concepto m?s apropiado para lo que pretende analizar y erradicar Garc?a, siempre y cuando exista en la realidad, desde luego, en los t?rminos que ?l considera.
De lo anterior, primero, vemos que Garc?a usa sucesiva e injustificadamente tres conceptos del todo distintos para referirse a lo mismo, lo cual le resta coherencia a su discurso y es un s?ntoma de falta de rigor o fundamentaci?n racional, como dir?a Mir? Quesada. Adem?s de que los dos primeros t?rminos est?n aplicados forzadamente al objeto de an?lisis social: la sociedad peruana, en general, y un sector de esta, en particular. Un s?ndrome es algo negativo que existe en la realidad objetiva o subjetiva de alguien, o sea en su cuerpo o en su mente, o en ambos, pero no en una realidad colectiva. Y de aceptarse la licencia sem?ntica, a manera de met?fora, para validar el uso de s?ndrome en un sentido cl?nico social, quedar?a invalidado aludir a ley o ideolog?a, desde luego.
Mucho menos corresponder?a hablar de ley como lo hace AGP, pues hacerlo nos llevar?a a una pol?mica epistemol?gica a?n irresuelta, o por lo menos dejada de lado hace a?os, acerca de la existencia de leyes cient?fico-sociales. Incluso hay quienes sostienen que las ciencias sociales ni siquiera son ciencias. Asimismo, aceptando el uso del t?rmino, a manera de met?fora paralela, tambi?n har?a inv?lido el uso de los otros dos. Por ?ltimo, el t?rmino ideolog?a ser?a el ?nico que se podr?a usar con correcci?n, siempre y cuando haya un grupo social al cual se le pudiera achacar su empleo deliberado y org?nico, como afirma ideol?gicamente AGP. Lo cual tambi?n impedir?a usar los otros dos t?rminos, en aras de la coherencia discursiva. As?, un texto que pretende ser un manifiesto ultraliberalizador para el siglo XXI, que supera con creces el enfoque de Hernando de Soto, se revela como bastante inconsistente conceptualmente. ?S?ndrome del pol?tico locuaz?
Del perro, el hortelano y el buey a la comedia de enredos
La frase de marras "ser como el perro del hortelano, que no come ni deja comer", provendr?a de una f?bula del poeta latino Luciano, seg?n algunos, o de Esopo, seg?n otros. Esta relata la historia del perro bravo de un hortelano, o campesino medieval, que por eficiente era muy bien cuidado por su due?o. Ello hac?a que el can se esforzara a?n m?s por cumplir con su deber de vigilante de las verduras, por lo cual un d?a impidi? que el buey comiera incluso la alfalfa que le estaba destinada. La respuesta indignada del buey fue proferir la frase tan querida por AGP. As? pues, el primero que se queja del esforzado perro del hortelano, con toda raz?n, y da la moraleja de la historia es? el buey del hortelano. Tambi?n debe se?alarse que es injusto tildar de ego?sta al perro del hortelano, cuando vemos que su principal defecto era en realidad la falta de criterio en su labor, para discernir mejor c?mo deb?a actuar frente al hambriento buey.
Esta f?bula inspir? luego la obra teatral hom?nima de Lope de Vega, que relata un dif?cil tri?ngulo amoroso entre una voluble condesa, su calculador secretario y la ingenua criada de la condesa, novia del segundo. Antes de su "feliz" desenlace, la condesa, enamorada de su secretario, bloqueaba la relaci?n de este con la criada, pero por no ser noble no lo aceptaba por novio. De ah? se deriva una segunda frase: "ser como el perro del hortelano, que no hace ni deja hacer". Sin embargo, finalmente, la condesa se casa con su secretario, pues este logra astutamente ser considerado noble, sin serlo realmente, con lo cual triunfan las apariencias y la conveniencia m?s que el amor rom?ntico. Por ello, esta comedia, al describir las volubles relaciones sociales y amorosas en una sociedad estamental r?gida, donde "todo" cambia para que nada cambie, est? m?s cerca de la realidad humana, y peruana, que la inocente f?bula campesina.
En el art?culo de AGP se usan los dos sentidos, tan distintos, del perro del hortelano, como se suele hacer arbitrariamente, por desconocerse los dos relatos que los originan. Una cosa es impedir injustificadamente el consumo de un algo; otra muy distinta es impedir acciones y situaciones m?s complejas, bajo motivaciones personales, para no hacer algo semejante o mejor, debido a prejuicios o convencionalismos. De modo que un buen ejercicio ser?a definir quienes equivaldr?an en el Per? al perro, el buey y el mismo hortelano, sino a la condesa, el secretario y la criada. Si bien es claro, al menos para AGP, quienes hacen el papel del perro, lo es menos quien es el hortelano en el Per?: ?el Estado o los grandes empresarios?. La pregunta sigue siendo quien manda aqu?, o quien es el due?o del discurso o ideolog?a oficial que legitima las distintas pr?cticas del Estado y la empresa, en especial las referidas al manejo de los recursos naturales y la distribuci?n de la renta que estos generan.
Ideolog?a minera del hortelano
Cuando AGP se ocupa de la miner?a, ya sea en su texto o verbalmente, su discurso no difiere mucho del de la Sociedad Nacional de Miner?a, o de las publicaciones m?s promineras, que lo citan sin mayores problemas. Que tenemos un gran potencial minero, pero que no somos muy competitivos en miner?a ya se se?al? en un informe mundial, dato usado como caballo de batalla por los mineros. Que la tecnolog?a minera actual es pr?cticamente infalible es el supuesto, ideol?gico o justificatorio, que subyace en los Estudios de Impacto Ambiental mineros y petroleros, siendo casi todos aprobados por el Ministerio de Energ?a y Minas. Pero AGP vuelve a confundir las cosas, desvirtuando los t?rminos del an?lisis socioambiental, como no lo har?a ning?n minero. As?, sostiene alegremente que la "t?cnica" (tecnolog?a, es el concepto m?s adecuado) minera ya no destruye el ambiente, y que hoy las minas conviven con las ciudades, poniendo de ejemplo a Ilo, donde lo que hay es una fundici?n y no una mina.
Si bien hoy se tiene un mejor manejo de los materiales t?xicos de desecho (relaves mineros), as? como de los peligrosos insumos (cianuro, por ejemplo), es inevitable que la gran miner?a no impacte colosalmente el ambiente. Y si bien a esto no se le llama usualmente destrucci?n, en realidad al remodelar el ambiente original se est? destruy?ndolo para crear uno muy distinto y de inferior calidad. A menos que nos pongamos al nivel de la naturaleza o el Creador. Tambi?n AGP es bastante ligero al aludir a la capacidad del Estado de fiscalizar a las mineras y metal?rgicas. ?O acaso desconoce la existencia de La Oroya, donde el 97% de los ni?os tienen niveles altos de plomo en la sangre, con todo lo que eso implica para su desarrollo, por la irresponsabilidad de la empresa Doe Run Per? y la displicencia, omisi?n e ineficiencia del Estado en hacerla cumplir con sus obligaciones para el 2006?. Sin hablar de las numerosas "irregularidades" que cometen diariamente las mineras grandes y medianas en el pa?s, ubicadas por lo general en zonas alejadas, sin que el Estado pueda fiscalizarlas debidamente por falta de recursos log?sticos, econ?micos y humanos. Por si fuera poco eso, AGP mezcla ese tema con la distribuci?n de la renta minera, a trav?s del canon y regal?as mineras, y la generaci?n de puestos de empleo. ?Negociar una mayor participaci?n econ?mica es s?lo buscar que se entregue directamente a las familias una parte del dinero del canon, como propuso un proyecto de ley reciente, dej?ndose de lado un impuesto a las sobreganancias mineras? ?Y qu? hace el gobierno central para garantizar que los pobladores de la zona sean contratados debidamente en los proyectos mineros, que cada vez requieren menos personal y con m?s especializaci?n?
El discurso del texto de AGP tambi?n se asemeja al de los mineros al afirmar que los ambientalistas son comunistas recalcitrantes disfrazados, que lo ?nico que los mueve es su animadversi?n hacia la inversi?n, como si la ?nica alternativa a la agricultura pobre fuera fomentar la miner?a a diestra y siniestra, sin zonificaci?n territorial, econ?mica y ecol?gica previa. El que los actores no hegem?nicos de los conflictos socioambientales, es decir las comunidades impactadas y las ONG que las asesoran, planteen esta zonificaci?n no las hace antimineras o antipetroleras per se. Mucho menos anticapitalistas, por el solo hecho de criticar ciertos proyectos mineros o petroleros que despiertan mucha desconfianza por su conducta con las comunidades y su manejo ambiental. De hecho, la satanizaci?n de ciertos actores sociales no contribuye a resolver los conflictos socioambientales, mucho menos cuando lo hace el mismo presidente de la Rep?blica, mimetizado con los mineros, que bastante bien defienden sus intereses econ?micos. M?s bien, esta actitud da argumentos para desconfiar del gobierno, al presentarse como vocero de un poderoso grupo econ?mico, y fomenta la radicalizaci?n pol?tica, en consecuencia.
En conclusi?n, usando un marco conceptual arbitrario y apelando sin rigor a una figura popular, AGP quiere combatir de manera "ideol?gica", o poco rigurosa, a una supuesta ideolog?a extremista y el camuflado movimiento que la emplear?a. Pero al publicar por escrito su particular visi?n del pa?s, tan cercana a la de ciertos grupos de poder econ?mico, m?s que convencer lo que ha logrado ha sido contribuir como nunca al debate colectivo del Per? que queremos.
Por Ra?l Chac?n Pag?n
Fuente: Reenv?ado por Bloque Socialista
A las tres semanas del art?culo m?s pol?mico de este a?o, siendo sus l?neas las m?s comentadas por profesionales (desde periodistas hasta ec?logos, pasando por soci?logos, sic?logos y pol?ticos) y organizaciones sociales, que a todas luces ha elevado el nivel del debate pol?tico, cabe analizar algunos ?ltimos flancos pendientes del mismo, poco o nada revisados. Veremos el marco conceptual b?sico del art?culo presidencial, para examinar luego el meollo canino y el tema minero, seg?n lo enfoca AGP desde lo social.
?S?ndrome, ley o ideolog?a?
Si bien AGP usa la palabra s?ndrome en el t?tulo de su texto, a lo largo del mismo tambi?n usa indistintamente los conceptos de ley e ideolog?a para referirse al mismo problema que ?l tanto critica. ?Es v?lido eso? Para responder esto, no queda m?s remedio que revisar las definiciones de dichos conceptos.
S?ndrome es un t?rmino m?dico, referido al conjunto de s?ntomas de un determinado cuadro cl?nico, sea f?sico (s?ndrome de intestino irritable, o colon irritable), mental (s?ndrome de Estocolmo, el que padecen los secuestrados al trabar v?nculos afectivos con sus secuestradores) o mixto (s?ndrome de Down, mal llamado mongolismo). ?Debemos entender entonces que somos un pa?s enfermo, con una serie de s?ntomas espec?ficos que, b?sicamente, impiden nuestro ansiado como postergado desarrollo? Alan Garc?a estar?a yendo as? m?s lejos que su maestro Luis Alberto S?nchez, que a lo mucho s?lo lleg? a calificar al Per? de pa?s adolescente en las varias ediciones de su libro cl?sico as? titulado. Por su parte, ley es un t?rmino legal y cient?fico, que Garc?a usa en el segundo sentido, que se entiende como una proposici?n generalizadora de los cient?ficos, b?sicamente de las ciencias "exactas" (f?sica, qu?mica, astronom?a, etc), despu?s de un largo proceso de investigaci?n emp?rica y contrastaci?n de hip?tesis y teor?as nuevas. Por lo pronto, aqu? Garc?a impl?citamente plantea una revoluci?n epistemol?gica al sugerir que en el an?lisis social se puede hablar de leyes sociales, como esta ley canina que ?l enuncia. Finalmente, ideolog?a, seg?n el fil?sofo peruano Francisco Mir? Quesada Cantuarias, es un discurso dise?ado para justificar racionalmente una pr?ctica pol?tica determinada. Este podr?a ser el concepto m?s apropiado para lo que pretende analizar y erradicar Garc?a, siempre y cuando exista en la realidad, desde luego, en los t?rminos que ?l considera.
De lo anterior, primero, vemos que Garc?a usa sucesiva e injustificadamente tres conceptos del todo distintos para referirse a lo mismo, lo cual le resta coherencia a su discurso y es un s?ntoma de falta de rigor o fundamentaci?n racional, como dir?a Mir? Quesada. Adem?s de que los dos primeros t?rminos est?n aplicados forzadamente al objeto de an?lisis social: la sociedad peruana, en general, y un sector de esta, en particular. Un s?ndrome es algo negativo que existe en la realidad objetiva o subjetiva de alguien, o sea en su cuerpo o en su mente, o en ambos, pero no en una realidad colectiva. Y de aceptarse la licencia sem?ntica, a manera de met?fora, para validar el uso de s?ndrome en un sentido cl?nico social, quedar?a invalidado aludir a ley o ideolog?a, desde luego.
Mucho menos corresponder?a hablar de ley como lo hace AGP, pues hacerlo nos llevar?a a una pol?mica epistemol?gica a?n irresuelta, o por lo menos dejada de lado hace a?os, acerca de la existencia de leyes cient?fico-sociales. Incluso hay quienes sostienen que las ciencias sociales ni siquiera son ciencias. Asimismo, aceptando el uso del t?rmino, a manera de met?fora paralela, tambi?n har?a inv?lido el uso de los otros dos. Por ?ltimo, el t?rmino ideolog?a ser?a el ?nico que se podr?a usar con correcci?n, siempre y cuando haya un grupo social al cual se le pudiera achacar su empleo deliberado y org?nico, como afirma ideol?gicamente AGP. Lo cual tambi?n impedir?a usar los otros dos t?rminos, en aras de la coherencia discursiva. As?, un texto que pretende ser un manifiesto ultraliberalizador para el siglo XXI, que supera con creces el enfoque de Hernando de Soto, se revela como bastante inconsistente conceptualmente. ?S?ndrome del pol?tico locuaz?
Del perro, el hortelano y el buey a la comedia de enredos
La frase de marras "ser como el perro del hortelano, que no come ni deja comer", provendr?a de una f?bula del poeta latino Luciano, seg?n algunos, o de Esopo, seg?n otros. Esta relata la historia del perro bravo de un hortelano, o campesino medieval, que por eficiente era muy bien cuidado por su due?o. Ello hac?a que el can se esforzara a?n m?s por cumplir con su deber de vigilante de las verduras, por lo cual un d?a impidi? que el buey comiera incluso la alfalfa que le estaba destinada. La respuesta indignada del buey fue proferir la frase tan querida por AGP. As? pues, el primero que se queja del esforzado perro del hortelano, con toda raz?n, y da la moraleja de la historia es? el buey del hortelano. Tambi?n debe se?alarse que es injusto tildar de ego?sta al perro del hortelano, cuando vemos que su principal defecto era en realidad la falta de criterio en su labor, para discernir mejor c?mo deb?a actuar frente al hambriento buey.
Esta f?bula inspir? luego la obra teatral hom?nima de Lope de Vega, que relata un dif?cil tri?ngulo amoroso entre una voluble condesa, su calculador secretario y la ingenua criada de la condesa, novia del segundo. Antes de su "feliz" desenlace, la condesa, enamorada de su secretario, bloqueaba la relaci?n de este con la criada, pero por no ser noble no lo aceptaba por novio. De ah? se deriva una segunda frase: "ser como el perro del hortelano, que no hace ni deja hacer". Sin embargo, finalmente, la condesa se casa con su secretario, pues este logra astutamente ser considerado noble, sin serlo realmente, con lo cual triunfan las apariencias y la conveniencia m?s que el amor rom?ntico. Por ello, esta comedia, al describir las volubles relaciones sociales y amorosas en una sociedad estamental r?gida, donde "todo" cambia para que nada cambie, est? m?s cerca de la realidad humana, y peruana, que la inocente f?bula campesina.
En el art?culo de AGP se usan los dos sentidos, tan distintos, del perro del hortelano, como se suele hacer arbitrariamente, por desconocerse los dos relatos que los originan. Una cosa es impedir injustificadamente el consumo de un algo; otra muy distinta es impedir acciones y situaciones m?s complejas, bajo motivaciones personales, para no hacer algo semejante o mejor, debido a prejuicios o convencionalismos. De modo que un buen ejercicio ser?a definir quienes equivaldr?an en el Per? al perro, el buey y el mismo hortelano, sino a la condesa, el secretario y la criada. Si bien es claro, al menos para AGP, quienes hacen el papel del perro, lo es menos quien es el hortelano en el Per?: ?el Estado o los grandes empresarios?. La pregunta sigue siendo quien manda aqu?, o quien es el due?o del discurso o ideolog?a oficial que legitima las distintas pr?cticas del Estado y la empresa, en especial las referidas al manejo de los recursos naturales y la distribuci?n de la renta que estos generan.
Ideolog?a minera del hortelano
Cuando AGP se ocupa de la miner?a, ya sea en su texto o verbalmente, su discurso no difiere mucho del de la Sociedad Nacional de Miner?a, o de las publicaciones m?s promineras, que lo citan sin mayores problemas. Que tenemos un gran potencial minero, pero que no somos muy competitivos en miner?a ya se se?al? en un informe mundial, dato usado como caballo de batalla por los mineros. Que la tecnolog?a minera actual es pr?cticamente infalible es el supuesto, ideol?gico o justificatorio, que subyace en los Estudios de Impacto Ambiental mineros y petroleros, siendo casi todos aprobados por el Ministerio de Energ?a y Minas. Pero AGP vuelve a confundir las cosas, desvirtuando los t?rminos del an?lisis socioambiental, como no lo har?a ning?n minero. As?, sostiene alegremente que la "t?cnica" (tecnolog?a, es el concepto m?s adecuado) minera ya no destruye el ambiente, y que hoy las minas conviven con las ciudades, poniendo de ejemplo a Ilo, donde lo que hay es una fundici?n y no una mina.
Si bien hoy se tiene un mejor manejo de los materiales t?xicos de desecho (relaves mineros), as? como de los peligrosos insumos (cianuro, por ejemplo), es inevitable que la gran miner?a no impacte colosalmente el ambiente. Y si bien a esto no se le llama usualmente destrucci?n, en realidad al remodelar el ambiente original se est? destruy?ndolo para crear uno muy distinto y de inferior calidad. A menos que nos pongamos al nivel de la naturaleza o el Creador. Tambi?n AGP es bastante ligero al aludir a la capacidad del Estado de fiscalizar a las mineras y metal?rgicas. ?O acaso desconoce la existencia de La Oroya, donde el 97% de los ni?os tienen niveles altos de plomo en la sangre, con todo lo que eso implica para su desarrollo, por la irresponsabilidad de la empresa Doe Run Per? y la displicencia, omisi?n e ineficiencia del Estado en hacerla cumplir con sus obligaciones para el 2006?. Sin hablar de las numerosas "irregularidades" que cometen diariamente las mineras grandes y medianas en el pa?s, ubicadas por lo general en zonas alejadas, sin que el Estado pueda fiscalizarlas debidamente por falta de recursos log?sticos, econ?micos y humanos. Por si fuera poco eso, AGP mezcla ese tema con la distribuci?n de la renta minera, a trav?s del canon y regal?as mineras, y la generaci?n de puestos de empleo. ?Negociar una mayor participaci?n econ?mica es s?lo buscar que se entregue directamente a las familias una parte del dinero del canon, como propuso un proyecto de ley reciente, dej?ndose de lado un impuesto a las sobreganancias mineras? ?Y qu? hace el gobierno central para garantizar que los pobladores de la zona sean contratados debidamente en los proyectos mineros, que cada vez requieren menos personal y con m?s especializaci?n?
El discurso del texto de AGP tambi?n se asemeja al de los mineros al afirmar que los ambientalistas son comunistas recalcitrantes disfrazados, que lo ?nico que los mueve es su animadversi?n hacia la inversi?n, como si la ?nica alternativa a la agricultura pobre fuera fomentar la miner?a a diestra y siniestra, sin zonificaci?n territorial, econ?mica y ecol?gica previa. El que los actores no hegem?nicos de los conflictos socioambientales, es decir las comunidades impactadas y las ONG que las asesoran, planteen esta zonificaci?n no las hace antimineras o antipetroleras per se. Mucho menos anticapitalistas, por el solo hecho de criticar ciertos proyectos mineros o petroleros que despiertan mucha desconfianza por su conducta con las comunidades y su manejo ambiental. De hecho, la satanizaci?n de ciertos actores sociales no contribuye a resolver los conflictos socioambientales, mucho menos cuando lo hace el mismo presidente de la Rep?blica, mimetizado con los mineros, que bastante bien defienden sus intereses econ?micos. M?s bien, esta actitud da argumentos para desconfiar del gobierno, al presentarse como vocero de un poderoso grupo econ?mico, y fomenta la radicalizaci?n pol?tica, en consecuencia.
En conclusi?n, usando un marco conceptual arbitrario y apelando sin rigor a una figura popular, AGP quiere combatir de manera "ideol?gica", o poco rigurosa, a una supuesta ideolog?a extremista y el camuflado movimiento que la emplear?a. Pero al publicar por escrito su particular visi?n del pa?s, tan cercana a la de ciertos grupos de poder econ?mico, m?s que convencer lo que ha logrado ha sido contribuir como nunca al debate colectivo del Per? que queremos.
Por Ra?l Chac?n Pag?n
Fuente: Reenv?ado por Bloque Socialista