S?bado, 28 de abril de 2007
Coca: alimento, medicamento y ritual en Bolivia
La multiplicaci?n de la pobreza en una guerra de enemigos equivocados
COCHABAMBA (BOLIVIA).- Los usuarios de coca?na de muchos pa?ses del mundo, miran a Bolivia como una de las principales cunas de su sustancia preferida. Los medios de comunicaci?n m?s consumidos internacionalmente, reflejan informaciones que ponen al pa?s como una importante pieza en el mapa del narcotr?fico y como una zona de conflictos sociales permanentes, donde, de alguna manera, queda justificada la constante intervenci?n de Estados Unidos en el marco de la llamada ?Guerra contra las Drogas?.
Diversos sectores del pueblo boliviano sostienen que la hoja de coca no es una droga sino parte imprescindible de su subsistencia, de su vida, de sus tradiciones y respeto a sus ancestros.
En la radio Soberan?a de la localidad del Chipiriri del Chapar?, reza un mural: ?Para nosotros la hoja de coca es la cultura de nuestros antepasados y de sobrevivencia? A ellos les causar? la idiotez y la locura??.
Dicho mural parece resumir algo del significado de la hoja de coca para los campesinos del Tr?pico de Cochabamba, ya que la emisora posee un 96% de audiencia, seg?n el director de la mencionada radio, Egberto Chipana y al transitar los peque?os caminos de tierra que unen cada una de las casas de los campesinos tradicionalmente cocaleros, confirmamos que la radio se escucha a veces en espa?ol y gran parte del d?a en quechua.
La hoja de coca es realmente una sustancia natural que no requiere ning?n procesamiento artificial, para su consumo a trav?s del ?mascado? o ?pijcheo? en la boca.
En Bolivia y otros pa?ses, la coca es considerada como alimento, medicamento y ritual.
Mar?a, una mujer de t?picas polleras, sombrero y trenzas perfectas que vende salte?as en la plaza central de Cochabamba, rodeada de ni?os, sonr?e mientras masca coca.
Mientras nos invita un pu?ado de hojas de coca, afirma que la coca tiene coraz?n, que es pura, que est?n agradecidos por ella a la Pachamama (madre tierra). Estas palabras representan las de muchos otros que son quechuas y aymaras de la zona, que hacen culto a la hoja de coca.
Por otro lado en bares, restaurantes, casas de familias, incluso en el cuartel de Chimor? se ofrecen te de coca (mates) para el desayuno, para la sobremesa, y en otras ocasiones se les aconseja para el alivio del mal de altura, a los turistas que visitan Bolivia.
Los cochabambinos explican una y otra vez sus beneficios para el cuerpo, para el alma y convencen a la hora de experimentar un buen pijcheo, que comienza con el uso solidario de la hoja de coca, que siempre se comparte con otros, con los iguales y con los diferentes que juntan sus manos para recibirle, que le agradecen a la tierra y se conectan con ella de esa forma en que la mayor?a de los pa?ses del mundo ya se han olvidado.
Adem?s la producci?n cocalera significa para ellos su fuente leg?tima de trabajo, m?s alla de las leyes internacionales y nacionales que los contradicen.
Hoja sagrada
Margarita Ter?n Gonzalez, ex dirigente de una organizaci?n de mujeres del Chapare, procesada varias veces por sus supuestas participaciones en atentados sobre polic?as de la zona declara que la hoja de coca es una hoja sagrada que da la vida a todas las familias del Tr?pico de Cochabamba y tambi?n a otras zonas de Bolivia.
Por su lado, Eduardo Lima, secretario general de la Central de Chipiriri opina ?La hoja de coca es desde nuestros ancestros, siempre ha existido, es lo que siempre hemos cultivado, es el sustento de la familia, se cosecha, se cambia por otros productos para consumo?.
Aunque en las bases cochabambinas, incluso en una canci?n que suena en la zona se escucha ?coca no es coca?na?, la hoja de coca es criminalizada desde otros sectores bastantes m?s poderosos.
A pesar que ya en el a?o 1998, la Organizaci?n Mundial de la Salud (OMS) difundi? un documento sobre la hoja de coca como un agente anest?sico, analg?sico, astringente, carminativo, depurativo, digestivo, diur?tico y estimulante y a este se les suma otros informes positivos a cerca de sus propiedades, estos no son absorbidos por los discursos legales que funcionan en la Guerra contra las Drogas, que no inocentemente intentan confundir la coca con la coca?na, sataniz?ndola y dejando afuera sus propiedades como planta medicinal y legado cultural inalienable.
Las plantaciones pueden erradicarse, no as? los h?bitos culturales y cotidianos de un pueblo, ni las memorias de placeres y p?rdidas.
Una ni?a que sale de la escuela por uno de los caminos de tierra del Chipiriri relata sus desencuentros con la hoja de coca, sus recuerdos de la erradicaci?n, su padre campesino a?n preso, y no muy segura explica que la hoja de coca no es una droga, pero sabe que su padre est? en la carcel por trabajar en un chaco.
?El Tr?pico de Cochabamba permanece en paz?, puede escucharse entre quienes la habitan y realmente puede respirarse eso entre los discursos que cuentan los horrores, los asesinatos, la violaciones constantes a los derechos humanos por los que han pasado lo ?ltimos a?os.
Si se entiende por paz que en la primera vista por estos d?as, no se detecten manchas de sangre, ni grandes cantidades de polic?a armados. Surge el interrogante si es que hay paz cuando hay tanta pobreza, si hay paz cuando los militares realizan erradicaciones forzosas a la madrugada, como consecuencia de la ley 1008, un poco mal inventada, un poco mal ejecutada, y dejan sin sustento a muchas familias, a las que nadie brinda una respuesta eficaz.
Y de esta forma tambi?n se perpet?a la pobreza, la vulnerabilidad extrema, la exclusi?n, el no acceso a servicios b?sicos, muchos ni?os no escolarizados, la reproducci?n de enfermedades que podr?an prevenirse.
Entre tanta pobreza, el pa?s se vuelve m?s rico, si sabe el gusto de la coca. Pero en el Tr?pico de Cochabamba, funcionarios, polic?as y campesinos aseguran que han bajado los ?ndices de producci?n de la misma en la zona.
Pol?tica fracasada
Eduardo dice que los proyectos de desarrollo alternativo para la sustituci?n de las ?plantaciones prohibidas? por otros cultivos, perjeneados y finaciados por los Estados Unidos, nunca han dado resultado, por lo que la vida para las familias campesinas se complica a?n m?s.
Estos proyectos no han llegado en un 100 % a la comunidad
Margarita da fe que existen algunos proyectos de este tipo en el Chapare pero que no rinden los frutos esperados porque no hay mercados primarios donde vender. ?Si hubiera un mercado primario, yo creo que los compa?eros y compa?eras podr?an dejar de sembrar coca?.
Sin embargo, aunque resulta m?s complicado que antes encontrar en el Chapar? plantaciones de coca abundantes, existen varias que conviven con sus hermanas bastardas, las plantaciones de palmitos, pi?a, etc., hijas del fracaso de los proyectos de desarrollo alternativo impulsados por el gobierno.
La coca ha hecho crecer a esta zona, en solidaridad entre familias, en el fortalecimiento de las organizaciones sindicales, en la generaci?n de un gran movimiento que por momentos logra presionar fuertemente. El consumo de hoja de coca ha acompa?ado y ha aportado a la resistencia de los campesinos en sus largas huelgas de hambres, extensas caminatas, y otras luchas por los derechos m?s b?sicos, aquellos de primera generaci?n.
Los campesinos organizados han creado gran capacidad para negociar con el gobierno y ahora tienen en sus manos m?ltiples alcald?as de la zona que intentan, aunque lentamente, el paso hacia una democracia participativa desde el reconocimiento pleno de las necesidades inmediatas de sus bases.
Pero toda esta lucha queda muchas veces boicoteada por historias de traici?n, peleas sectoriales, intereses econ?micos, con el l?mite constante impuesto desde Estados Unidos, que una vez m?s no permite el crecimiento propio de este pa?s latinoamericano tan enaltecido por su cultura y sus deseables recursos naturales.
No coca, no coca?na
El proyecto ?coca cero? es inviable, ?coca?na cero? es a?n m?s inviable. La historia demuestra que a trav?s de la erradicaci?n de plantaciones en distintas zonas productoras de hoja de coca, solo se ha provocado el traslado de las mismas a otras regiones y el reacomodamiento de las redes de narcotr?ficos para su distribuci?n en el mundo. Ya deber?a ser una discusi?n superada aquella que intenta convencer acerca de que porque hay oferta de drogas hay una demanda de drogas.
Estudios demuestran que tanto en los pa?ses latinoamericanos, como en los llamados pa?ses del primer mundo, a?o a a?o aumenta el uso de diversas drogas y esto debe analizarse desde otra perspectiva m?s amplia, desde lo social, lo cultural, los momentos hist?ricos y no s?lo de las ofertas de drogas.
A fines de los a?os 90, el entonces presidente norteamericano Bill Clinton, reconoc?a en un discurso en la legislatura de Estados Unidos que all? se consum?an la mitad de las drogas sint?ticas y vegetales que se producen en el mundo. Algunos aseguran que actualmente Estados Unidos recibe el 50% de la producci?n de coca?na.
En el discurso de la Guerra contra las Drogas, la coca?na se encuentra como una de las drogas que generan el llamado ?flagelo de la humanidad?.
Esta idea que ha remplazado a las luchas anticomunistas en Latinoam?rica de parte del gran imperio por una falsa lucha contra el narcotr?fico y hasta por el narcoterrorismo, donde los pa?ses se subsumen en el subdesarrollo y la extrema pobreza.
Estas acusaciones tambi?n recaen en el Tr?pico de Cochabamba. El Chapare no aparenta ser tierra acogedora de narcoterroristas ni grandes redes de narcotraficantes (como apunta la tesis del gobierno y la embajada norteamericana), aunque eso no permite afirmar que todav?a han desaparecido por aqu? totalmente las cocinas de coca o pasta base.
En la ?ltima parada saliendo del Chapare, la polic?a recorre los transportes, que se encuentran obligados a parar all?, junto a un perro que seg?n sus jefes de uniforme, fue ganador de un premio por haber encontrado hasta el momento 20 toneladas de coca?na.
Jos?, un joven cochabambino que camina por el centro de la ciudad asegura: ?No hay tanto consumo de drogas en mi ciudad por tenerla tan cerca, como imaginan los extranjeros.?
Margarita respecto a la existencia reproducci?n de coca?na en Bolivia opina: ?El gobierno podr?a controlar las fronteras muy bien y no dejar ingresar los qu?micos. Aqu? no se hace la droga. La hoja de coca no es droga, yo pijcho desde mi ni?ez y todav?a sigo pijchando y eso no es drogarse. El gobierno tiene que controlar. Los directamente involucrados en el narcotr?fico son los mismos policias, los mismos militares, los trabajadores del gobierno porque ellos han fomentado el narcotr?fico, si es que van a hacer una lucha contra el narcotr?fico es importante que no dejen ingresar los precursores y qu?micos para la fabricaci?n de coca?na y de esa manera no hay posibilidad que haya producci?n de droga en Bolivia.?
Eduardo agrega que en el Chapare ya casi no se elabora coca?na, porque las plantaciones que quedaron son muy chicas, solo para consumo de la hoja de coca y no alcanza para la fabricaci?n de pasta base o coca?na.
En Bolivia no se fabrican los precursores, gases y agentes qu?micos necesarios para el procesamiento de extracci?n de la hoja de coca hasta la obtenci?n de la coca?na. Es decir que para la fabricaci?n de la misma dentro de Bolivia, necesariamente deben entrar estos qu?micos de otros pa?ses industrializados, como sus vecinos Brasil y Argentina u otros pa?ses del mundo.
Esta es una prueba m?s que la direcci?n que sigue tomando la guerra contra las drogas se vuelve absurda y equivocada. Fundamentalmente se equivoca de enemigos, por un lado castiga con distintas estrategias a los productores de hoja de coca y por otro no deja de perseguir a los usuarios de drogas de la mayor?a de los pa?ses del mundo. Para ambos: la pobreza, la exclusi?n, la c?rcel, la discriminaci?n, la violaci?n de los derechos fundamentales; mientras tanto los verdaderos responsables del narcotraficante, los verdaderos terroristas poseen bandera verde para desarrollar sus propios intereses sin l?mite alguno.
La hoja de coca y la coca?na se vuelven incomparables. Aquellos que las confunden deber?an conocer los efectos de la coca?na y observar a los campesinos, pijchiadores del Chapare. Ellos no est?n paralizados, ?duros? como se dice habitualmente en los grupos que jalan o se inyectan coca?na, m?s bien est?n sumamente movilizados, saben lo que quieren. Y, en realidad la hoja de coca, solo hace que se sientan en armon?a con sus cuerpos, sus almas, su cultura, hasta con la misma tierra.
A su vez los usuarios de drogas a base de coca, mediadas por qu?micos y cortes no identificables pueden paralizarse durante minutos, pero como movimiento, en muchos lugares del mundo, comienzan a organizarse para luchar por sus derechos, derechos que las pol?ticas sociales, legales y de salud, engranajes fundamentales del sistema de la Guerra contra las Drogas les anulan, estigmatiz?ndolos y exponi?ndolos continuamente a los da?os legales que le causa la represi?n.
El ?nico punto en com?n entre productores de coca y usuarios de coca?na, es la vertiginosa reproducci?n de la represi?n y exclusi?n que genera en ellos la perpetua Guerra contra las Drogas, solo por ser sus enemigos equivocados?
Por Romina Trincheri
Becaria 2004 de la Escuela de Periodismo Aut?ntico
Fuente: NarcoNews
COCHABAMBA (BOLIVIA).- Los usuarios de coca?na de muchos pa?ses del mundo, miran a Bolivia como una de las principales cunas de su sustancia preferida. Los medios de comunicaci?n m?s consumidos internacionalmente, reflejan informaciones que ponen al pa?s como una importante pieza en el mapa del narcotr?fico y como una zona de conflictos sociales permanentes, donde, de alguna manera, queda justificada la constante intervenci?n de Estados Unidos en el marco de la llamada ?Guerra contra las Drogas?.
Diversos sectores del pueblo boliviano sostienen que la hoja de coca no es una droga sino parte imprescindible de su subsistencia, de su vida, de sus tradiciones y respeto a sus ancestros.
En la radio Soberan?a de la localidad del Chipiriri del Chapar?, reza un mural: ?Para nosotros la hoja de coca es la cultura de nuestros antepasados y de sobrevivencia? A ellos les causar? la idiotez y la locura??.
Dicho mural parece resumir algo del significado de la hoja de coca para los campesinos del Tr?pico de Cochabamba, ya que la emisora posee un 96% de audiencia, seg?n el director de la mencionada radio, Egberto Chipana y al transitar los peque?os caminos de tierra que unen cada una de las casas de los campesinos tradicionalmente cocaleros, confirmamos que la radio se escucha a veces en espa?ol y gran parte del d?a en quechua.
La hoja de coca es realmente una sustancia natural que no requiere ning?n procesamiento artificial, para su consumo a trav?s del ?mascado? o ?pijcheo? en la boca.
En Bolivia y otros pa?ses, la coca es considerada como alimento, medicamento y ritual.
Mar?a, una mujer de t?picas polleras, sombrero y trenzas perfectas que vende salte?as en la plaza central de Cochabamba, rodeada de ni?os, sonr?e mientras masca coca.
Mientras nos invita un pu?ado de hojas de coca, afirma que la coca tiene coraz?n, que es pura, que est?n agradecidos por ella a la Pachamama (madre tierra). Estas palabras representan las de muchos otros que son quechuas y aymaras de la zona, que hacen culto a la hoja de coca.
Por otro lado en bares, restaurantes, casas de familias, incluso en el cuartel de Chimor? se ofrecen te de coca (mates) para el desayuno, para la sobremesa, y en otras ocasiones se les aconseja para el alivio del mal de altura, a los turistas que visitan Bolivia.
Los cochabambinos explican una y otra vez sus beneficios para el cuerpo, para el alma y convencen a la hora de experimentar un buen pijcheo, que comienza con el uso solidario de la hoja de coca, que siempre se comparte con otros, con los iguales y con los diferentes que juntan sus manos para recibirle, que le agradecen a la tierra y se conectan con ella de esa forma en que la mayor?a de los pa?ses del mundo ya se han olvidado.
Adem?s la producci?n cocalera significa para ellos su fuente leg?tima de trabajo, m?s alla de las leyes internacionales y nacionales que los contradicen.
Hoja sagrada
Margarita Ter?n Gonzalez, ex dirigente de una organizaci?n de mujeres del Chapare, procesada varias veces por sus supuestas participaciones en atentados sobre polic?as de la zona declara que la hoja de coca es una hoja sagrada que da la vida a todas las familias del Tr?pico de Cochabamba y tambi?n a otras zonas de Bolivia.
Por su lado, Eduardo Lima, secretario general de la Central de Chipiriri opina ?La hoja de coca es desde nuestros ancestros, siempre ha existido, es lo que siempre hemos cultivado, es el sustento de la familia, se cosecha, se cambia por otros productos para consumo?.
Aunque en las bases cochabambinas, incluso en una canci?n que suena en la zona se escucha ?coca no es coca?na?, la hoja de coca es criminalizada desde otros sectores bastantes m?s poderosos.
A pesar que ya en el a?o 1998, la Organizaci?n Mundial de la Salud (OMS) difundi? un documento sobre la hoja de coca como un agente anest?sico, analg?sico, astringente, carminativo, depurativo, digestivo, diur?tico y estimulante y a este se les suma otros informes positivos a cerca de sus propiedades, estos no son absorbidos por los discursos legales que funcionan en la Guerra contra las Drogas, que no inocentemente intentan confundir la coca con la coca?na, sataniz?ndola y dejando afuera sus propiedades como planta medicinal y legado cultural inalienable.
Las plantaciones pueden erradicarse, no as? los h?bitos culturales y cotidianos de un pueblo, ni las memorias de placeres y p?rdidas.
Una ni?a que sale de la escuela por uno de los caminos de tierra del Chipiriri relata sus desencuentros con la hoja de coca, sus recuerdos de la erradicaci?n, su padre campesino a?n preso, y no muy segura explica que la hoja de coca no es una droga, pero sabe que su padre est? en la carcel por trabajar en un chaco.
?El Tr?pico de Cochabamba permanece en paz?, puede escucharse entre quienes la habitan y realmente puede respirarse eso entre los discursos que cuentan los horrores, los asesinatos, la violaciones constantes a los derechos humanos por los que han pasado lo ?ltimos a?os.
Si se entiende por paz que en la primera vista por estos d?as, no se detecten manchas de sangre, ni grandes cantidades de polic?a armados. Surge el interrogante si es que hay paz cuando hay tanta pobreza, si hay paz cuando los militares realizan erradicaciones forzosas a la madrugada, como consecuencia de la ley 1008, un poco mal inventada, un poco mal ejecutada, y dejan sin sustento a muchas familias, a las que nadie brinda una respuesta eficaz.
Y de esta forma tambi?n se perpet?a la pobreza, la vulnerabilidad extrema, la exclusi?n, el no acceso a servicios b?sicos, muchos ni?os no escolarizados, la reproducci?n de enfermedades que podr?an prevenirse.
Entre tanta pobreza, el pa?s se vuelve m?s rico, si sabe el gusto de la coca. Pero en el Tr?pico de Cochabamba, funcionarios, polic?as y campesinos aseguran que han bajado los ?ndices de producci?n de la misma en la zona.
Pol?tica fracasada
Eduardo dice que los proyectos de desarrollo alternativo para la sustituci?n de las ?plantaciones prohibidas? por otros cultivos, perjeneados y finaciados por los Estados Unidos, nunca han dado resultado, por lo que la vida para las familias campesinas se complica a?n m?s.
Estos proyectos no han llegado en un 100 % a la comunidad
Margarita da fe que existen algunos proyectos de este tipo en el Chapare pero que no rinden los frutos esperados porque no hay mercados primarios donde vender. ?Si hubiera un mercado primario, yo creo que los compa?eros y compa?eras podr?an dejar de sembrar coca?.
Sin embargo, aunque resulta m?s complicado que antes encontrar en el Chapar? plantaciones de coca abundantes, existen varias que conviven con sus hermanas bastardas, las plantaciones de palmitos, pi?a, etc., hijas del fracaso de los proyectos de desarrollo alternativo impulsados por el gobierno.
La coca ha hecho crecer a esta zona, en solidaridad entre familias, en el fortalecimiento de las organizaciones sindicales, en la generaci?n de un gran movimiento que por momentos logra presionar fuertemente. El consumo de hoja de coca ha acompa?ado y ha aportado a la resistencia de los campesinos en sus largas huelgas de hambres, extensas caminatas, y otras luchas por los derechos m?s b?sicos, aquellos de primera generaci?n.
Los campesinos organizados han creado gran capacidad para negociar con el gobierno y ahora tienen en sus manos m?ltiples alcald?as de la zona que intentan, aunque lentamente, el paso hacia una democracia participativa desde el reconocimiento pleno de las necesidades inmediatas de sus bases.
Pero toda esta lucha queda muchas veces boicoteada por historias de traici?n, peleas sectoriales, intereses econ?micos, con el l?mite constante impuesto desde Estados Unidos, que una vez m?s no permite el crecimiento propio de este pa?s latinoamericano tan enaltecido por su cultura y sus deseables recursos naturales.
No coca, no coca?na
El proyecto ?coca cero? es inviable, ?coca?na cero? es a?n m?s inviable. La historia demuestra que a trav?s de la erradicaci?n de plantaciones en distintas zonas productoras de hoja de coca, solo se ha provocado el traslado de las mismas a otras regiones y el reacomodamiento de las redes de narcotr?ficos para su distribuci?n en el mundo. Ya deber?a ser una discusi?n superada aquella que intenta convencer acerca de que porque hay oferta de drogas hay una demanda de drogas.
Estudios demuestran que tanto en los pa?ses latinoamericanos, como en los llamados pa?ses del primer mundo, a?o a a?o aumenta el uso de diversas drogas y esto debe analizarse desde otra perspectiva m?s amplia, desde lo social, lo cultural, los momentos hist?ricos y no s?lo de las ofertas de drogas.
A fines de los a?os 90, el entonces presidente norteamericano Bill Clinton, reconoc?a en un discurso en la legislatura de Estados Unidos que all? se consum?an la mitad de las drogas sint?ticas y vegetales que se producen en el mundo. Algunos aseguran que actualmente Estados Unidos recibe el 50% de la producci?n de coca?na.
En el discurso de la Guerra contra las Drogas, la coca?na se encuentra como una de las drogas que generan el llamado ?flagelo de la humanidad?.
Esta idea que ha remplazado a las luchas anticomunistas en Latinoam?rica de parte del gran imperio por una falsa lucha contra el narcotr?fico y hasta por el narcoterrorismo, donde los pa?ses se subsumen en el subdesarrollo y la extrema pobreza.
Estas acusaciones tambi?n recaen en el Tr?pico de Cochabamba. El Chapare no aparenta ser tierra acogedora de narcoterroristas ni grandes redes de narcotraficantes (como apunta la tesis del gobierno y la embajada norteamericana), aunque eso no permite afirmar que todav?a han desaparecido por aqu? totalmente las cocinas de coca o pasta base.
En la ?ltima parada saliendo del Chapare, la polic?a recorre los transportes, que se encuentran obligados a parar all?, junto a un perro que seg?n sus jefes de uniforme, fue ganador de un premio por haber encontrado hasta el momento 20 toneladas de coca?na.
Jos?, un joven cochabambino que camina por el centro de la ciudad asegura: ?No hay tanto consumo de drogas en mi ciudad por tenerla tan cerca, como imaginan los extranjeros.?
Margarita respecto a la existencia reproducci?n de coca?na en Bolivia opina: ?El gobierno podr?a controlar las fronteras muy bien y no dejar ingresar los qu?micos. Aqu? no se hace la droga. La hoja de coca no es droga, yo pijcho desde mi ni?ez y todav?a sigo pijchando y eso no es drogarse. El gobierno tiene que controlar. Los directamente involucrados en el narcotr?fico son los mismos policias, los mismos militares, los trabajadores del gobierno porque ellos han fomentado el narcotr?fico, si es que van a hacer una lucha contra el narcotr?fico es importante que no dejen ingresar los precursores y qu?micos para la fabricaci?n de coca?na y de esa manera no hay posibilidad que haya producci?n de droga en Bolivia.?
Eduardo agrega que en el Chapare ya casi no se elabora coca?na, porque las plantaciones que quedaron son muy chicas, solo para consumo de la hoja de coca y no alcanza para la fabricaci?n de pasta base o coca?na.
En Bolivia no se fabrican los precursores, gases y agentes qu?micos necesarios para el procesamiento de extracci?n de la hoja de coca hasta la obtenci?n de la coca?na. Es decir que para la fabricaci?n de la misma dentro de Bolivia, necesariamente deben entrar estos qu?micos de otros pa?ses industrializados, como sus vecinos Brasil y Argentina u otros pa?ses del mundo.
Esta es una prueba m?s que la direcci?n que sigue tomando la guerra contra las drogas se vuelve absurda y equivocada. Fundamentalmente se equivoca de enemigos, por un lado castiga con distintas estrategias a los productores de hoja de coca y por otro no deja de perseguir a los usuarios de drogas de la mayor?a de los pa?ses del mundo. Para ambos: la pobreza, la exclusi?n, la c?rcel, la discriminaci?n, la violaci?n de los derechos fundamentales; mientras tanto los verdaderos responsables del narcotraficante, los verdaderos terroristas poseen bandera verde para desarrollar sus propios intereses sin l?mite alguno.
La hoja de coca y la coca?na se vuelven incomparables. Aquellos que las confunden deber?an conocer los efectos de la coca?na y observar a los campesinos, pijchiadores del Chapare. Ellos no est?n paralizados, ?duros? como se dice habitualmente en los grupos que jalan o se inyectan coca?na, m?s bien est?n sumamente movilizados, saben lo que quieren. Y, en realidad la hoja de coca, solo hace que se sientan en armon?a con sus cuerpos, sus almas, su cultura, hasta con la misma tierra.
A su vez los usuarios de drogas a base de coca, mediadas por qu?micos y cortes no identificables pueden paralizarse durante minutos, pero como movimiento, en muchos lugares del mundo, comienzan a organizarse para luchar por sus derechos, derechos que las pol?ticas sociales, legales y de salud, engranajes fundamentales del sistema de la Guerra contra las Drogas les anulan, estigmatiz?ndolos y exponi?ndolos continuamente a los da?os legales que le causa la represi?n.
El ?nico punto en com?n entre productores de coca y usuarios de coca?na, es la vertiginosa reproducci?n de la represi?n y exclusi?n que genera en ellos la perpetua Guerra contra las Drogas, solo por ser sus enemigos equivocados?
Por Romina Trincheri
Becaria 2004 de la Escuela de Periodismo Aut?ntico
Fuente: NarcoNews