S?bado, 18 de febrero de 2006
Observaciones en Alteraci?n de Conciencia
Este articulo fue publicado en el Journal of Psychedelic Drugs, en 1977 y lo presentamos aqui gracias a la gentileza de Baldomero C?ceres.
La Raz?n de la Disponibilidad de la Hoja de Coca como Droga Recreativa
Por Andrew T. Weil, M.D. Journal of Psychedelic Drugs 9(1), Ene-Mar 1977: 75-78.
Con la descriminalizaci?n de la marihuana bastante avanzada, crece la presi?n para reformar las leyes contra el uso privado, recreativo de la coca?na, e incluso un creciente n?mero de personas e instituciones respetables apoya la legalizaci?n de la hero?na. Ya no es fantasioso imaginar el fin de toda una estructura de control de drogas mediante la ley penal.
Por supuesto, la necedad de este sistema era evidente desde hace mucho para todos los que quisieran darse cuenta. Las leyes contra la posesi?n y uso de drogas psicoactivas nunca han funcionado; es m?s, siempre son contraproducentes y empeoran las mismas situaciones que intentan remediar. Los intentos de la sociedad por controlar la coca?na constituyen un modelo esclarecedor de lo err?neo de tales pol?ticas.
La hoja de coca era sagrada y venerada en el antiguo imperio incaico y su uso era un elemento esencial del tramado social. El uso de la hoja estaba restringido a ciertas clases y prop?sitos y estaba regulado por un sistema de controles sociales aceptado por todos (Mortimer 1974; Grinspoon & Bakalar 1976). Los espa?oles destruyeron este sistema cuando conquistaron el Per?. Como resultado, el uso de la coca se difundi? por toda la poblaci?n nativa y perdi? su car?cter sagrado.
Tras un breve intento por erradicar el chacchado, tach?ndolo de vicio diab?lico, las nuevas autoridades espa?olas decidieron permitirlo como medio de extraer m?s trabajo de la poblaci?n ind?gena. La mayor?a de los conquistadores ten?a en baja estima a los ind?genas y no cre?a en las an?cdotas que contaban sobre los efectos maravillosos de la hoja divina. Los europeos que condescend?an a probar la coca generalmente no sent?an efecto alguno, posiblemente porque no se molestaban en aprender el arte de chacchar a la usanza nativa y porque se acercaban a ella de manera negativa (Mortimer 1974; Grinspoon & Bakalar 1976).
A fines del siglo XIX, cuando finalmente despertaron los europeos a las verdaderas virtudes de la coca, trataron de incorporarla a su medicina, principalmente en la forma de t?nicos alcoh?licos y vinos que conten?an extractos de la hoja. El m?s famoso de estos t?nicos era el Vin Mariani a la Coca du Perou (Mariani 1896; Andrews & Solomon 1975; Mortimer 1974; Groff 1975). Pero para entonces, el qu?mico alem?n Albert Niemann hab?a aislado la coca?na de la coca y los farmac?logos consideraron que este alcaloide puro era la ?nica sustancia de inter?s en la hoja, incorporando todas las propiedades terap?uticas de la coca en una forma m?s concentrada y de m?s f?cil administraci?n. Esta idea persiste hasta la fecha aunque es un triste error. Las hojas de coca s?lo contienen en promedio 0.5% de coca?na y del modo en que las chacchan los ind?genas esta baja dosis entra al organismo en forma muy lenta (Martin 1970; Weil 1975). Adem?s, la coca?na es s?lo uno de muchos compuestos que act?an en forma sinerg?stica para producir los efectos caracter?sticos de la coca; su separaci?n de todos los sabores y nutrientes de la hoja integral lo mismo que de los otros alcaloides que modifican su acci?n estimulante es una intromisi?n enorme en la qu?mica de la coca (Martin 1970; Weil 1975).
En 1884, Carl Koller ?descubri? el efecto anest?sico local de la coca?na al ver a un colega lamer la droga de la punta de un cuchillo y escucharlo comentar sobre el adormecimiento de su lengua (Becker 1963). M?dicos de ambos lados del Atl?ntico aclamaron a la droga como una nueva panacea y empezaron a prescribirla en forma bastante indiscriminada y en altas dosis para tratar toda clase de condiciones, incluyendo la dependencia al alcohol y los opi?ceos (Grinspoon & Bakalar 1976; Ashley 1975). Este tipo de uso pronto produjo casos de reacciones t?xicas agudas, algunas fatales, lo mismo que casos de dependencia cr?nica, principalmente en personas que ya eran adictas a los opi?ceos. La publicidad sensacionalista sobre estos resultados contrarios no tard? en darle una mala reputaci?n a la coca?na y condujo a que la profesi?n m?dica la rechazara por peligrosa (Grinspoon & Bakalar 1976; Ashley 1975); tambi?n engendr? la actitud de que la hoja de coca era la fuente de todo el problema. Despu?s de todo, si la coca no hubiera entrado a Europa y al pa?s sin nombre que queda entre M?jico y Canad?, el problema de la coca?na nunca se hubiera desarrollado.
Es muy significativo que los ?efectos terribles? de la coca?na, que justificaron la daci?n de las leyes contra la coca?na a comienzos del siglo XX, fueron consecuencia del imprudente uso de la droga por los m?dicos. A la fecha, la gran mayor?a de muertes por coca?na han ocurrido en circunstancias m?dicas m?s bien que recreativas (Woods & Downs 1973; Ashley 1975; Grinspoon & Bakalar 1976).
En Estados Unidos se ha intentado resolver el problema de la coca?na mediante la legislaci?n penal durante casi tres cuartos de siglo. ?Qu? se ha conseguido con ello?
El consumo de coca?na, mayormente en forma adulterada por v?a intranasal, ha aumentado enormemente, y su precio -groseramente inflado- ha derivado enormes sumas de dinero a grupos que probablemente no tienen en mente los mejores intereses de la sociedad. La hoja de coca, la forma segura, natural de la droga, ha desaparecido del pa?s (EEUU); los m?dicos la desconocen y no puede obtenerse ni para uso terap?utico. La investigaci?n cient?fica sobre coca?na ha sido m?nima y sobre coca inexistente.
El uso recreativo de coca?na en EEUU est? tan difundido y crece con tanta rapidez, especialmente en los sectores ricos de la sociedad, que la posibilidad de hacer que la droga desaparezca o que su disponibilidad se reduzca significativamente es muy peque?a. La coca?na ha llegado para quedarse, gracias a las actividades de farmac?logos y m?dicos del siglo XIX y los efectos directos de las leyes dise?adas para prohibir su uso.
Creo que todav?a podemos hacer algo por salvar la situaci?n, haciendo que la hoja de coca est? disponible como estimulante recreativo.
Desde hace algunos a?os, he venido investigando los usos de la coca entre los ind?genas sudamericanos, principalmente en la Amazon?a colombiana y los Andes peruanos. En el transcurso de reunirme y vivir con varios cientos de coqueros, no he visto instancia alguna de toxicidad a la coca ni caso alguno de dependencia a la coca, ni fisiol?gica ni psicol?gica. No desarrollan tolerancia al efecto de la coca, aun en el uso habitual, diario, a lo largo de muchos a?os y, ciertamente, no ocurre ning?n s?ndrome de abstinencia al descontinuar s?bitamente su uso. Tampoco he visto signos de deterioro f?sico atribuibles a la coca (Weil 1975).
Por supuesto, estoy familiarizado con la propaganda contra la coca que proviene de funcionarios no-ind?genas de gobiernos sudamericanos y agencias internacionales de narc?ticos. (Como ejemplo de este tipo de escrito, ver Granier-Doyeux [1962].) Esta propaganda incide en que los coqueros est?n mal nutridos y son improductivos. Mis observaciones, como las de otros con experiencia de primera mano viviendo con ind?genas, son que el uso excesivo de coca, cuando ocurre, es resultado de la destituci?n social y econ?mica m?s bien que su causa.
Aparte de su uso habitual como estimulante moderado, la coca goza de gran reputaci?n como remedio en la medicina folcl?rica sudamericana. Est? considerada como el mejor tratamiento contra los s?ntomas de la enfermedad de altura y un ?til remedio para todas las condiciones dolorosas y espasm?dicas del tracto gastrointestinal. Los ind?genas tambi?n lo usan como t?nico y restaurador general, especialmente para combatir la fatiga durante esfuerzos f?sicos. Creen que vigoriza y entona el cuerpo, prolonga la vida, aumenta la digesti?n y asimilaci?n de los alimentos, promueve la higiene dental, y confiere resistencia a las enfermedades (Martin 1970, Mortimer 1974).
En Sudam?rica tuve la oportunidad de prescribir coca como tratamiento para varias dolencias y me fue posible confirmar algunas de sus aplicaciones en la medicina folcl?rica. La hall? especialmente ?til para aliviar s?ntomas gastrointestinales y como accesorio en programas de reducci?n de peso y bienestar f?sico. Al dar coca como remedio, le ense?? a los pacientes a chacchar como aprend? de los coqueros ind?genas. A la mayor?a de las personas les agrad? el sabor de las hojas y la novedosa sensaci?n de anestesia local t?pica. No vi reacciones adversas. Pienso que la coca en forma de hoja integral es menos t?xica que muchas drogas que actualmente son de uso com?n y puede ser eficaz en una cantidad de enfermedades comunes. Me gustar?a ver a los m?dicos norteamericanos interesados en la coca y experimentando con ella porque creo que ser?a una adici?n segura y ?til a la farmacopea moderna (Weil en imprenta).
Tambi?n espero que a la larga la coca est? disponible aqu? (en EEUU) como droga recreativa, especialmente para quienes actualmente usan coca?na, anfetaminas y otros estimulantes que son m?s t?xicos y cuyo abuso es m?s alentado.
La hoja de coca tiene varias caracter?sticas que la hacen recomendable como estimulante recreativo. Tiene buen sabor, produce sensaciones inmediatamente perceptibles en la boca, y con facilidad se convierte en est?mulo para elevados estados de conciencia que pueden ser usados productivamente. He sostenido que los elevados estados experimentados luego de ingerir drogas psicoactivas quedan latentes en el sistema nervioso humano sin ser efecto directo de las drogas (Weil 1972). Uno aprende a asociarlos con se?ales f?sicas que son efecto directo de las drogas, y esta asociaci?n se forma m?s por expectativa que por farmacolog?a. Se puede tener estados elevados de conciencia sin drogas (y quiz? sean preferibles de esta manera), pero las drogas pueden ser ?tiles siempre que contin?en siendo efectivas a lo largo del tiempo y no comprometan la salud ni la productividad.
La anestesia t?pica de la coca es un cambio f?sico sorprendente que nos permite saber que algo nos est? ocurriendo. Puede volverse una se?al fuerte para el buen humor y sentimientos de energ?a f?sica, especialmente porque el aura hist?rica y cultural de la coca alienta la expectativa de tales resultados. Aparte de la anestesia oral, los efectos farmacol?gicos de la coca son bastante sutiles. Quienes se acercan a la hoja sin expectativas pueden no sentir nada fuera de la boca. Esto acredita a la coca pues es m?s sano aprender a elevar nuestro estado de conciencia con drogas sutiles que con las fuertes.
El potencial de abuso de la coca es bajo en relaci?n con la coca?na y muchas otras drogas comunes. Esto es as?, en primer lugar, porque la concentraci?n de compuestos activos en la hoja es peque?a y, en segundo lugar, porque la mejor manera de usar la coca ?manteniendo un bolo de hojas en la boca en una soluci?n alcalina y absorbiendo sus jugos por alrededor de una hora? asegura un aumento gradual de la coca?na en el flujo sangu?neo. La hoja de coca proporciona algunas vitaminas y minerales esenciales (Duke, Aulik & Plowman 1975). Adem?s, chacchar implica mucho m?s trabajo que inhalar un polvo por la nariz o tragar una pastilla. Tener que trabajar para obtener el efecto reforzador de un estimulante es un resguardo contra su abuso.
Aunque a los forasteros que visitan las comunidades ind?genas andinas puede llegar a gustarles chacchar en la forma tradicional, muchos gringos podr?an no estar dispuestos a masticar un buen pu?ado de hojas secas, hacer un bolo manejable y mantenerlo en la boca en la forma requerida. Para ser una droga recreativa ?til en nuestra sociedad, la coca tendr?a que estar disponible en una forma socialmente aceptable que conservara intacta la composici?n qu?mica de la hoja lo mismo que las caracter?sticas f?sicas que desalientan su abuso.
Los vinos y t?nicos de coca del siglo XIX fallaron en tres cosas. Cambiaron la ruta de administraci?n para peor: la coca que es simplemente tragada no tiene un efecto tan bueno como la coca que se retiene en la boca en soluci?n alcalina. Hicieron que la droga fuera muy f?cil y atractiva de usar, eliminando el requisito del trabajo impuesto por la hoja integral. Y combinaron la coca con alcohol, una droga mucho m?s fuerte y peligrosa. No estoy a favor de revivir dichos preparados.
La mejor soluci?n al problema de c?mo usar la coca en nuestra (EEUU) sociedad es una goma de mascar. Un extracto integral de coca, conteniendo todos los alcaloides en dosis estandarizadas, lo mismo que los sabores naturales, vitaminas y minerales, puede incorporarse a una base de goma sin az?car junto a un ?lcali adecuado. La coca en forma de goma de mascar reproducir?a muy aproximadamente el m?todo tradicional de uso, incluyendo la necesidad de trabajar por un efecto reforzador; tambi?n ser?a aceptable para las personas de culturas modernas, industrializadas. Estoy trabajando actualmente con varios colegas en un producto as?.
Como estimulante natural con bajo potencial de abuso que proporciona algunos factores nutricionales y que podr?a tener algunos efectos ben?ficos en el organismo, la coca integral puede serle ?til a algunas personas. Puede servir como est?mulo para la actividad f?sica, como el excursionismo, correr y el atletismo, y podr?a motivar a los individuos con estas inclinaciones a desarrollar mejores h?bitos de ejercicios. Puede ser una ayuda para la concentraci?n y la actividad mental, como lo puede ser el caf?, aunque la coca no produce el temblor de la cafe?na y es mucho mejor para el sistema digestivo. Puede proporcionar una ?til interrupci?n al trabajo rutinario y, especialmente en compa??a de amigos, ser ocasi?n para una amena interacci?n social. Usando el efecto para tales prop?sitos en lugar de simplemente sentirlo es una manera de construir buenas relaciones con la coca.
Durante demasiado tiempo hemos tratado de controlar las drogas mediante prohibiciones legales. Tales leyes no s?lo han fracasado; han empeorado las cosas. En el caso de la coca, han sacado de circulaci?n a la sustancia natural que con facilidad se presta a la formaci?n de buenas relaciones, a la vez que estimulan constantemente el crecimiento de un mercado negro de coca?na, que es menos ?til, m?s peligrosa y mucho m?s f?cil de abusar.
Puede ya ser hora de intentar una acci?n positiva en vez de una negativa. Poner la hoja de coca a disposici?n, primero como agente terap?utico bajo prescripci?n m?dica, y luego como droga recreativa para quienes la quisieran, ser?a un paso positivo. Ayudar?a a desplazar la carga del control del proceso legal al proceso social. S?lo los controles sociales son efectivos para modificar los patrones de uso de drogas, y dependen de una educaci?n correcta y de la experiencia (Jacobson & Zinberg 1975). El control social del uso de drogas, en el que los patrones abusivos de consumo no se desarrollan simplemente porque la gente reconoce su inutilidad, no ocurrir? de la noche a la ma?ana, especialmente luego de tantos a?os de desinformaci?n y legislaci?n represiva. Pero no empezar? a darse hasta que suministremos a quienes quieran usar drogas con formas de ellas que puedan ser usadas constructivamente.
La historia de la interacci?n de la cultura occidental con la coca, desde la conquista espa?ola del Per? hasta la explosi?n contempor?nea del uso de coca?na en EEUU es un tema de estudio fascinante. Muestra claramente c?mo nos hemos equivocado en nuestra relaci?n con los obsequios farmacol?gicos de la Naturaleza y nos recuerda una y otra vez que el abuso de drogas no es inherente a las sustancias sino m?s bien a las formas en que las entendemos y lo que hacemos con ellas. Si nos hubi?semos dedicado concientemente a meternos en un l?o colosal con la coca no podr?amos haberlo hecho mejor. El proceso ha sido uno de incesante necedad y casi de fracaso premeditado por ver nuestro error. Si queremos revertirlo, despu?s de tanto tiempo, debemos regresar al comienzo mismo y tratar de comprender a la sustancia natural, la hoja de coca en s?, que los Incas dec?an hab?a sido enviada del cielo para mejorar nuestras vidas.
Referencias
Andrews, G. & Solomon, D. 1975. Pp. 38-42; 243-246, en: The Coca Leaf and Cocaine Papers. New York; Harcourt, Brace & Jovanovich.
Ashley, R. Pp. 18-53; 54-81; 164-165, en: Cocaine: Its History, Uses and Effects. New York: St. Martin's Press.
Becker, H.K. 1963. Carl Koller y coca?na. Psychoanalytic Quart. Vol. 32; 309-373.
Duke, J.A.; Aulik, D. & Plowman, T. 1975. Valor nutricional de la coca. Bot. Mus. Leafl., Harvard Univ. Vol. 24: 113-119.
Granier-Doyeux, M. 1962. Algunos aspectos sociol?gicos del problema de la coca?na. Bull. Narc. Vol. 14: 1-16.
Grinspoon, L. & Bakalar, J.B. 1976. Pp. 9-19; 21-44; 111-115, en: Cocaine. New York: Basic Books.
Groff, J. Ago-Set, 1975. La era dorada del vino de coca?na. High Times No. 5: 31-34.
Jacobson, R. & Zinberg, N.E. 1975. The Social Basis of Drug Abuse Prevention. Washington, DC: Concejo de Abuso de Drogas.
Mariani, A. 1896. Jaros, J. (Trans.). Coca and Its Therapeutic Applications. New York. (Original 1888.)
Martin, R.T. 1970. El rol de la coca en la historia, religi?n, y medicina de los Ind?genas Sudamericanos. Econ. Bot Vol. 24. 422-438.
Mortimer, W.G. 1974. History of Coca. San Francisco: And/Or Press. (Original 1901.)
Weil, A.T. 1972. The Natural Mind. A New Way of Looking at Drugs and the Higher Consciousness. Boston: Houghton Mifflin.
Weil, A.T. 1975. La Verde y la Blanca. J. Psyched. Drugs Vol. 7: 401-413.
Weil, A,T. Coca Leaf as a Therapeutic Agent. (en imprenta).
Woods, J.H. & Downs, D.A. 1973. La psicofarmacolog?a de la coca?na. Technical Papers of the 2nd Report of the National Commission on Marihuana and Drug Abuse. Vol 1: Appendix. Washington, D.C.: Oficina de Impresi?n del Gobierno de EEUU.
La Raz?n de la Disponibilidad de la Hoja de Coca como Droga Recreativa
Por Andrew T. Weil, M.D. Journal of Psychedelic Drugs 9(1), Ene-Mar 1977: 75-78.
Con la descriminalizaci?n de la marihuana bastante avanzada, crece la presi?n para reformar las leyes contra el uso privado, recreativo de la coca?na, e incluso un creciente n?mero de personas e instituciones respetables apoya la legalizaci?n de la hero?na. Ya no es fantasioso imaginar el fin de toda una estructura de control de drogas mediante la ley penal.
Por supuesto, la necedad de este sistema era evidente desde hace mucho para todos los que quisieran darse cuenta. Las leyes contra la posesi?n y uso de drogas psicoactivas nunca han funcionado; es m?s, siempre son contraproducentes y empeoran las mismas situaciones que intentan remediar. Los intentos de la sociedad por controlar la coca?na constituyen un modelo esclarecedor de lo err?neo de tales pol?ticas.
La hoja de coca era sagrada y venerada en el antiguo imperio incaico y su uso era un elemento esencial del tramado social. El uso de la hoja estaba restringido a ciertas clases y prop?sitos y estaba regulado por un sistema de controles sociales aceptado por todos (Mortimer 1974; Grinspoon & Bakalar 1976). Los espa?oles destruyeron este sistema cuando conquistaron el Per?. Como resultado, el uso de la coca se difundi? por toda la poblaci?n nativa y perdi? su car?cter sagrado.
Tras un breve intento por erradicar el chacchado, tach?ndolo de vicio diab?lico, las nuevas autoridades espa?olas decidieron permitirlo como medio de extraer m?s trabajo de la poblaci?n ind?gena. La mayor?a de los conquistadores ten?a en baja estima a los ind?genas y no cre?a en las an?cdotas que contaban sobre los efectos maravillosos de la hoja divina. Los europeos que condescend?an a probar la coca generalmente no sent?an efecto alguno, posiblemente porque no se molestaban en aprender el arte de chacchar a la usanza nativa y porque se acercaban a ella de manera negativa (Mortimer 1974; Grinspoon & Bakalar 1976).
A fines del siglo XIX, cuando finalmente despertaron los europeos a las verdaderas virtudes de la coca, trataron de incorporarla a su medicina, principalmente en la forma de t?nicos alcoh?licos y vinos que conten?an extractos de la hoja. El m?s famoso de estos t?nicos era el Vin Mariani a la Coca du Perou (Mariani 1896; Andrews & Solomon 1975; Mortimer 1974; Groff 1975). Pero para entonces, el qu?mico alem?n Albert Niemann hab?a aislado la coca?na de la coca y los farmac?logos consideraron que este alcaloide puro era la ?nica sustancia de inter?s en la hoja, incorporando todas las propiedades terap?uticas de la coca en una forma m?s concentrada y de m?s f?cil administraci?n. Esta idea persiste hasta la fecha aunque es un triste error. Las hojas de coca s?lo contienen en promedio 0.5% de coca?na y del modo en que las chacchan los ind?genas esta baja dosis entra al organismo en forma muy lenta (Martin 1970; Weil 1975). Adem?s, la coca?na es s?lo uno de muchos compuestos que act?an en forma sinerg?stica para producir los efectos caracter?sticos de la coca; su separaci?n de todos los sabores y nutrientes de la hoja integral lo mismo que de los otros alcaloides que modifican su acci?n estimulante es una intromisi?n enorme en la qu?mica de la coca (Martin 1970; Weil 1975).
En 1884, Carl Koller ?descubri? el efecto anest?sico local de la coca?na al ver a un colega lamer la droga de la punta de un cuchillo y escucharlo comentar sobre el adormecimiento de su lengua (Becker 1963). M?dicos de ambos lados del Atl?ntico aclamaron a la droga como una nueva panacea y empezaron a prescribirla en forma bastante indiscriminada y en altas dosis para tratar toda clase de condiciones, incluyendo la dependencia al alcohol y los opi?ceos (Grinspoon & Bakalar 1976; Ashley 1975). Este tipo de uso pronto produjo casos de reacciones t?xicas agudas, algunas fatales, lo mismo que casos de dependencia cr?nica, principalmente en personas que ya eran adictas a los opi?ceos. La publicidad sensacionalista sobre estos resultados contrarios no tard? en darle una mala reputaci?n a la coca?na y condujo a que la profesi?n m?dica la rechazara por peligrosa (Grinspoon & Bakalar 1976; Ashley 1975); tambi?n engendr? la actitud de que la hoja de coca era la fuente de todo el problema. Despu?s de todo, si la coca no hubiera entrado a Europa y al pa?s sin nombre que queda entre M?jico y Canad?, el problema de la coca?na nunca se hubiera desarrollado.
Es muy significativo que los ?efectos terribles? de la coca?na, que justificaron la daci?n de las leyes contra la coca?na a comienzos del siglo XX, fueron consecuencia del imprudente uso de la droga por los m?dicos. A la fecha, la gran mayor?a de muertes por coca?na han ocurrido en circunstancias m?dicas m?s bien que recreativas (Woods & Downs 1973; Ashley 1975; Grinspoon & Bakalar 1976).
En Estados Unidos se ha intentado resolver el problema de la coca?na mediante la legislaci?n penal durante casi tres cuartos de siglo. ?Qu? se ha conseguido con ello?
El consumo de coca?na, mayormente en forma adulterada por v?a intranasal, ha aumentado enormemente, y su precio -groseramente inflado- ha derivado enormes sumas de dinero a grupos que probablemente no tienen en mente los mejores intereses de la sociedad. La hoja de coca, la forma segura, natural de la droga, ha desaparecido del pa?s (EEUU); los m?dicos la desconocen y no puede obtenerse ni para uso terap?utico. La investigaci?n cient?fica sobre coca?na ha sido m?nima y sobre coca inexistente.
El uso recreativo de coca?na en EEUU est? tan difundido y crece con tanta rapidez, especialmente en los sectores ricos de la sociedad, que la posibilidad de hacer que la droga desaparezca o que su disponibilidad se reduzca significativamente es muy peque?a. La coca?na ha llegado para quedarse, gracias a las actividades de farmac?logos y m?dicos del siglo XIX y los efectos directos de las leyes dise?adas para prohibir su uso.
Creo que todav?a podemos hacer algo por salvar la situaci?n, haciendo que la hoja de coca est? disponible como estimulante recreativo.
Desde hace algunos a?os, he venido investigando los usos de la coca entre los ind?genas sudamericanos, principalmente en la Amazon?a colombiana y los Andes peruanos. En el transcurso de reunirme y vivir con varios cientos de coqueros, no he visto instancia alguna de toxicidad a la coca ni caso alguno de dependencia a la coca, ni fisiol?gica ni psicol?gica. No desarrollan tolerancia al efecto de la coca, aun en el uso habitual, diario, a lo largo de muchos a?os y, ciertamente, no ocurre ning?n s?ndrome de abstinencia al descontinuar s?bitamente su uso. Tampoco he visto signos de deterioro f?sico atribuibles a la coca (Weil 1975).
Por supuesto, estoy familiarizado con la propaganda contra la coca que proviene de funcionarios no-ind?genas de gobiernos sudamericanos y agencias internacionales de narc?ticos. (Como ejemplo de este tipo de escrito, ver Granier-Doyeux [1962].) Esta propaganda incide en que los coqueros est?n mal nutridos y son improductivos. Mis observaciones, como las de otros con experiencia de primera mano viviendo con ind?genas, son que el uso excesivo de coca, cuando ocurre, es resultado de la destituci?n social y econ?mica m?s bien que su causa.
Aparte de su uso habitual como estimulante moderado, la coca goza de gran reputaci?n como remedio en la medicina folcl?rica sudamericana. Est? considerada como el mejor tratamiento contra los s?ntomas de la enfermedad de altura y un ?til remedio para todas las condiciones dolorosas y espasm?dicas del tracto gastrointestinal. Los ind?genas tambi?n lo usan como t?nico y restaurador general, especialmente para combatir la fatiga durante esfuerzos f?sicos. Creen que vigoriza y entona el cuerpo, prolonga la vida, aumenta la digesti?n y asimilaci?n de los alimentos, promueve la higiene dental, y confiere resistencia a las enfermedades (Martin 1970, Mortimer 1974).
En Sudam?rica tuve la oportunidad de prescribir coca como tratamiento para varias dolencias y me fue posible confirmar algunas de sus aplicaciones en la medicina folcl?rica. La hall? especialmente ?til para aliviar s?ntomas gastrointestinales y como accesorio en programas de reducci?n de peso y bienestar f?sico. Al dar coca como remedio, le ense?? a los pacientes a chacchar como aprend? de los coqueros ind?genas. A la mayor?a de las personas les agrad? el sabor de las hojas y la novedosa sensaci?n de anestesia local t?pica. No vi reacciones adversas. Pienso que la coca en forma de hoja integral es menos t?xica que muchas drogas que actualmente son de uso com?n y puede ser eficaz en una cantidad de enfermedades comunes. Me gustar?a ver a los m?dicos norteamericanos interesados en la coca y experimentando con ella porque creo que ser?a una adici?n segura y ?til a la farmacopea moderna (Weil en imprenta).
Tambi?n espero que a la larga la coca est? disponible aqu? (en EEUU) como droga recreativa, especialmente para quienes actualmente usan coca?na, anfetaminas y otros estimulantes que son m?s t?xicos y cuyo abuso es m?s alentado.
La hoja de coca tiene varias caracter?sticas que la hacen recomendable como estimulante recreativo. Tiene buen sabor, produce sensaciones inmediatamente perceptibles en la boca, y con facilidad se convierte en est?mulo para elevados estados de conciencia que pueden ser usados productivamente. He sostenido que los elevados estados experimentados luego de ingerir drogas psicoactivas quedan latentes en el sistema nervioso humano sin ser efecto directo de las drogas (Weil 1972). Uno aprende a asociarlos con se?ales f?sicas que son efecto directo de las drogas, y esta asociaci?n se forma m?s por expectativa que por farmacolog?a. Se puede tener estados elevados de conciencia sin drogas (y quiz? sean preferibles de esta manera), pero las drogas pueden ser ?tiles siempre que contin?en siendo efectivas a lo largo del tiempo y no comprometan la salud ni la productividad.
La anestesia t?pica de la coca es un cambio f?sico sorprendente que nos permite saber que algo nos est? ocurriendo. Puede volverse una se?al fuerte para el buen humor y sentimientos de energ?a f?sica, especialmente porque el aura hist?rica y cultural de la coca alienta la expectativa de tales resultados. Aparte de la anestesia oral, los efectos farmacol?gicos de la coca son bastante sutiles. Quienes se acercan a la hoja sin expectativas pueden no sentir nada fuera de la boca. Esto acredita a la coca pues es m?s sano aprender a elevar nuestro estado de conciencia con drogas sutiles que con las fuertes.
El potencial de abuso de la coca es bajo en relaci?n con la coca?na y muchas otras drogas comunes. Esto es as?, en primer lugar, porque la concentraci?n de compuestos activos en la hoja es peque?a y, en segundo lugar, porque la mejor manera de usar la coca ?manteniendo un bolo de hojas en la boca en una soluci?n alcalina y absorbiendo sus jugos por alrededor de una hora? asegura un aumento gradual de la coca?na en el flujo sangu?neo. La hoja de coca proporciona algunas vitaminas y minerales esenciales (Duke, Aulik & Plowman 1975). Adem?s, chacchar implica mucho m?s trabajo que inhalar un polvo por la nariz o tragar una pastilla. Tener que trabajar para obtener el efecto reforzador de un estimulante es un resguardo contra su abuso.
Aunque a los forasteros que visitan las comunidades ind?genas andinas puede llegar a gustarles chacchar en la forma tradicional, muchos gringos podr?an no estar dispuestos a masticar un buen pu?ado de hojas secas, hacer un bolo manejable y mantenerlo en la boca en la forma requerida. Para ser una droga recreativa ?til en nuestra sociedad, la coca tendr?a que estar disponible en una forma socialmente aceptable que conservara intacta la composici?n qu?mica de la hoja lo mismo que las caracter?sticas f?sicas que desalientan su abuso.
Los vinos y t?nicos de coca del siglo XIX fallaron en tres cosas. Cambiaron la ruta de administraci?n para peor: la coca que es simplemente tragada no tiene un efecto tan bueno como la coca que se retiene en la boca en soluci?n alcalina. Hicieron que la droga fuera muy f?cil y atractiva de usar, eliminando el requisito del trabajo impuesto por la hoja integral. Y combinaron la coca con alcohol, una droga mucho m?s fuerte y peligrosa. No estoy a favor de revivir dichos preparados.
La mejor soluci?n al problema de c?mo usar la coca en nuestra (EEUU) sociedad es una goma de mascar. Un extracto integral de coca, conteniendo todos los alcaloides en dosis estandarizadas, lo mismo que los sabores naturales, vitaminas y minerales, puede incorporarse a una base de goma sin az?car junto a un ?lcali adecuado. La coca en forma de goma de mascar reproducir?a muy aproximadamente el m?todo tradicional de uso, incluyendo la necesidad de trabajar por un efecto reforzador; tambi?n ser?a aceptable para las personas de culturas modernas, industrializadas. Estoy trabajando actualmente con varios colegas en un producto as?.
Como estimulante natural con bajo potencial de abuso que proporciona algunos factores nutricionales y que podr?a tener algunos efectos ben?ficos en el organismo, la coca integral puede serle ?til a algunas personas. Puede servir como est?mulo para la actividad f?sica, como el excursionismo, correr y el atletismo, y podr?a motivar a los individuos con estas inclinaciones a desarrollar mejores h?bitos de ejercicios. Puede ser una ayuda para la concentraci?n y la actividad mental, como lo puede ser el caf?, aunque la coca no produce el temblor de la cafe?na y es mucho mejor para el sistema digestivo. Puede proporcionar una ?til interrupci?n al trabajo rutinario y, especialmente en compa??a de amigos, ser ocasi?n para una amena interacci?n social. Usando el efecto para tales prop?sitos en lugar de simplemente sentirlo es una manera de construir buenas relaciones con la coca.
Durante demasiado tiempo hemos tratado de controlar las drogas mediante prohibiciones legales. Tales leyes no s?lo han fracasado; han empeorado las cosas. En el caso de la coca, han sacado de circulaci?n a la sustancia natural que con facilidad se presta a la formaci?n de buenas relaciones, a la vez que estimulan constantemente el crecimiento de un mercado negro de coca?na, que es menos ?til, m?s peligrosa y mucho m?s f?cil de abusar.
Puede ya ser hora de intentar una acci?n positiva en vez de una negativa. Poner la hoja de coca a disposici?n, primero como agente terap?utico bajo prescripci?n m?dica, y luego como droga recreativa para quienes la quisieran, ser?a un paso positivo. Ayudar?a a desplazar la carga del control del proceso legal al proceso social. S?lo los controles sociales son efectivos para modificar los patrones de uso de drogas, y dependen de una educaci?n correcta y de la experiencia (Jacobson & Zinberg 1975). El control social del uso de drogas, en el que los patrones abusivos de consumo no se desarrollan simplemente porque la gente reconoce su inutilidad, no ocurrir? de la noche a la ma?ana, especialmente luego de tantos a?os de desinformaci?n y legislaci?n represiva. Pero no empezar? a darse hasta que suministremos a quienes quieran usar drogas con formas de ellas que puedan ser usadas constructivamente.
La historia de la interacci?n de la cultura occidental con la coca, desde la conquista espa?ola del Per? hasta la explosi?n contempor?nea del uso de coca?na en EEUU es un tema de estudio fascinante. Muestra claramente c?mo nos hemos equivocado en nuestra relaci?n con los obsequios farmacol?gicos de la Naturaleza y nos recuerda una y otra vez que el abuso de drogas no es inherente a las sustancias sino m?s bien a las formas en que las entendemos y lo que hacemos con ellas. Si nos hubi?semos dedicado concientemente a meternos en un l?o colosal con la coca no podr?amos haberlo hecho mejor. El proceso ha sido uno de incesante necedad y casi de fracaso premeditado por ver nuestro error. Si queremos revertirlo, despu?s de tanto tiempo, debemos regresar al comienzo mismo y tratar de comprender a la sustancia natural, la hoja de coca en s?, que los Incas dec?an hab?a sido enviada del cielo para mejorar nuestras vidas.
Referencias
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Hola,
, le? atentamente tu art?culo, y aunque no lo he podido terminar, puedo decirte que estoy muy complacida de haberlo encontrado, y lo voy a guardar. Soy una bi?loga peruana, he trabajado mucho en la selva y ahora me han propuesto trabajar en los andes, cosa m?s n?vedosa pero igualmente interesante para mi.
Como he visto que estar trabajando con algunos pacientes sobre el efecto positivo y energizante de la hoja de coca, yo quer?a contarte mi experiencia.

Como he visto que estar trabajando con algunos pacientes sobre el efecto positivo y energizante de la hoja de coca, yo quer?a contarte mi experiencia.